Ceguera de madre

Ceguera de madre

Las dos muchachas tenían bien ganada fama de chivricas, y quizás por esa circunstancia se habían hecho enllaves, y andaban juntas para arriba y para abajo.

    Una noche en que conversé largo rato con la madre de una de ellas, me sorprendió escucharla despotricar contra la amiga de su hija.

    -No me gusta la juntiña de mi muchachita con esa fundillo coqueto. Solamente hay que ver la forma como se viste, con los muslos y la pechuga a tiro de vistilleo; lo peor es que cree que es una hembrota, pese a sus canillitas de búcaro, y su cara larga de caballo de carreras. Además tiene un vozarrón de camionero borracho, lo que ha puesto a mucha gente a pensar que tiene algo de pájara. Pero en ese aspecto la defiendo, porque le gustan casi todos los hombres, incluyendo los sucios de boca y de sobaco.

    Permanecí callado todo el tiempo, porque hacía más o menos dos meses había visto a la descendiente de la poseedora de la boca de rifle máuser, salir de un restaurante resguindada del pescuezo de un oficial del ejército, en horas de madrugada.

    Pero cuando las jovencitas coleccionistas de hombres rompieron las relaciones amistosas, escuché a la progenitora de la otra lanzar rayos y centellas verbales.

    -Todo comenzó cuando esa prostituta de cortina vio que el  ricachón a quien le había echado el ojo, se inclinaba por su amiga. Tal vez  se dio cuenta de que había entre ellas una gran diferencia, pues mientras aquella no quiere a nadie, y con los hombres su afán es explotarlos, mi hija es una sentimental a quien le encanta leer poemas de amor. Los hombres salen a beber, a bailar, y a los moteles con las puticas, pero a la hora de mudar, o casarse con una mujer, prefiere las seriecitas como la que yo crié dándole buen ejemplo. Mientras la madre de la sinverguencita le pegó muchísimos cuernos al marido, yo solo he tenido un novio y un esposo, y fue el mismo hombre.

    El tutumpote  disfrutó de ambas plurimachos, pues era  visto con una, y luego con la otra, en sitios de diversión.

    La relación con ellas terminó cuando se enteró de que se habían enfrascado en una pelea disputándoselo, en un parque de la ciudad.     Parece que temió que su cónyuge, mujer celosa, y además poseedora de la mayor parte del patrimonio familiar, se enterara del incidente.

    Porque el pleito fue reñido, con abundancia de jalones de moños, mordidas y trompadas, y ante decenas de divertidos testigos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas