Celac: un nuevo tiempo de integración

Celac: un nuevo tiempo de integración

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños – CELAC – inicia hoy su Segunda Cumbre de Presidentes y Jefes de Gobierno en La Habana en lo que debe ser un paso crucial en el largo y muy atrasado camino hacia la integración de los países de la región. Identificada hace más de 200 años por el Libertador de América como esencial para el devenir de nuestros países y el recordatorio de hace un poco más de 100 de José Martí el Apóstol de la Independencia de Cuba y de la Segunda Independencia de América – la de la integración – cuando decía que lo “que Bolívar dejó sin hacer pendiente está aún en América”; con más de medio siglo de esfuerzo institucional con cientos de acuerdos y promesas, parece que, ¡ por fin¡, se ha tomado el camino sin regreso hacia la verdadera integración de la región.

Por décadas nuestros presidentes han asistido a reuniones regionales de carácter integracionista, firmado cientos de acuerdos, quizás de buena fe, pero cuando regresaban a sus oficinas sobre sus escritorios los esperaban los compromisos, obligaciones y presiones de organismos financieros internacionales y de naciones centrales por lo que la aplicación de la integración quedaba relegada. Nadie les exigía por estos. Eso ha cambiado de manera significativa. Ningún presidente hoy, entiéndase bien: ninguno, no importa el perfil de sus preferencias ideológicas y políticas, ni el giro de su “tortícolis”, puede ignorar que en la región se ha iniciado un nuevo tiempo de integración que pretender ignorarlo solo redundaría en aislamiento regional y ser apuntado con el dedo. No dejan de estar presentes quienes todavía creen poder mirar fuera de la región, allende los océanos, pero dar la espalda al esfuerzo regional acarrearía costos políticos. Insisto una vez más: nuestra integración no es contra nadie, es para nuestro futuro pero a través de ella no solo podremos avanzar con políticas efectivas y reales de desarrollo sino que seremos capaces de granjearnos un verdadero respeto por otros que entonces si nos verán como socios serios y convenientes y no como acólitos.

En el tiempo que vivimos se hace más claro que la integración es más importante que una revolución. Esta puede contribuir a solucionar problemas sociales, ahí está Cuba y los niveles de reducción de la pobreza en Bolivia, Ecuador y Venezuela, según el propio Banco Mundial. Sin embargo, una revolución no puede quebrar el orden internacional adverso para nuestros países como la unión de la integración si los puede alterar a nuestro favor. La creación de la CELAC fue un paso audaz; la creación de un escenario regional propio donde podamos debatir nuestros problemas, aspiraciones y soluciones autóctonas. La OEA ira quedando, quizás, como el foro donde tratemos los problemas que correspondan en la agenda necesaria e inevitable con Estados Unidos y Canadá.

La República Dominicana, como nunca antes, se encuentra en el vórtice del esfuerzo integracionista con el SICA y la Zona Económica Petrocaribe y de ella sus socios esperan mayor compromiso e involucramiento.

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