Celebración de la Maternidad, ¿comercio o símbolo cultural?

Celebración de la Maternidad, ¿comercio o símbolo cultural?

El mes de mayo está denominado comercialmente como el “mes de las madres” lo que tiene conexión con el incremento del flujo de remesas al país (Vargas-Petree 2008) (INSTRAW/PNUD/Vargas/López 2010). La población migrante dominicana en Europa, Estados Unidos y otros países dedica todo el año a ahorrar para enviar partidas mayores de remesas en esta fecha para que sus madres, abuelas, tías, se abastezcan de los electrodomésticos, muebles o reparaciones de viviendas necesarias para mejorar su calidad de vida.

La maternidad es un símbolo cultural en nuestra sociedad. La trascendencia del rol de la madre tiene raíces identitarias en nuestra cultura afrocaribeña y su sincretismo mágico-religioso. El culto a la maternidad de origen africano se mezcla con símbolos hispánicos. Esta representación se plasma en la Virgen de la Altagracia, figura sincrética que pertenece al panteón del vudú dominicano (su misterio es “Alailá”) e integrada también al vudú haitiano.

Nuestra sociedad desde su naturaleza afrocaribeña mantiene el símbolo africano de la maternidad que se expresa también en la presencia de la madre como eje principal de la familia y de la vida cotidiana. Esta alta valoración de la madre en nuestro país convive ambiguamente con su satanización.

La familia monoparental matrifocal es de origen afrocaribeño. Esta es la denominada familia con jefatura femenina en hogares monoparentales o familias dirigidas por madres solteras. Está formada por madres-hijos/as. Este modelo familiar está excluido de nuestra Constitución y de muchas políticas sociales sostenidas la visión de la familia como modelo y no como realidad. Erróneamente encontramos a líderes de opinión promoviendo el estigma hacia este modelo familiar calificándolo como las unidades familiares que generan problemas sociales (delincuencia juvenil, consumo de drogas, entre otros) lo que se invalida con estudios cualitativos y cuantitativos que muestran la ausencia de relación causal entre ambos fenómenos.

La exaltación y satanización de la figura de la madre- jefa de hogar en nuestra cultura se sustenta en la cultura patriarcal-machista que educa hombres “no-padres” ausentes del hogar y de su rol paterno.

El hecho de que las mujeres asuman un rol predominante en los hogares en: crianza, educación, salud, alimentación, higiene, y sobre todo cuidado de la niñez y adolescencia es el efecto de la promoción de una masculinidad desprovista de paternidad y responsabilidad de hogar sustentada en el patriarcado-machismo presente en nuestra cultura.

En esta culpabilización de la madre se tiende a excluir e invisibilizar la responsabilidad paterna. La ausencia de la figura masculina debe ser el punto de partida del análisis social y de la intervención hacia cambios socio-culturales en los que se promueve la equidad de género en nuestra sociedad.

 

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