Celebran el bicentenario del nacimiento de Charles Darwin

Celebran el bicentenario del nacimiento de Charles Darwin

EFE
REPORTAJES.-
Había nacido en una familia acomodada de la Inglaterra victoriana y estudió medicina y sacerdocio, pero un viaje alrededor del mundo, a partir de 1831, convirtió a Charles Robert Darwin en un científico revolucionario. Con su teoría de la selección natural de las especies rebatía la idea de la creación de origen divino y, hoy día, cuando se celebra el bicentenario de su nacimiento, sigue siendo objeto de rechazo por los partidarios del “diseño inteligente”.

Inglaterra, su país de origen y  Ecuador, el del escenario de sus más importantes trabajos, inician este 2009 con la vista puesta en el 12 de febrero, cuando se cumple el bicentenario del nacimiento del científico Charles Robert Darwin (1809-1882), el naturalista que revolucionó la ciencia con su teoría de la selección natural de las especies.

Además, la también conocida como teoría de la evolución, que en síntesis propone que todos los seres vivos han evolucionado por un proceso de selección a partir de un tronco común, cumple en 2009 los 150 años de su publicación.

En el Reino Unido se han organizado dos grandes exposiciones que recordarán su figura en el Museo de Historia Natural y en la Biblioteca Británica, mientras Ecuador anuncia que el 2009 será también el año de las islas Galápagos, la provincia del país centroamericano donde el científico británico llevó a cabo la mayoría de sus trabajos de campo.

Darwin ya había presentado su estudio en 1858 en la Sociedad Linnneana de Londres, junto a Alfred Russell Wallace, tras acuñar el concepto de “selección natural” para explicar por qué algunos animales sobrevivían y, en cambio, otros morían antes de reproducirse, teoría que finalmente publicó un año después en su libro “El origen de las especies”.

Llevaba años escribiéndola, casi una década, pero en su afán de recopilar más datos casi se le adelanta su colega Wallace, que había llegado a conclusiones muy similares en Malasia, y finalmente ambos se avinieron a presentar juntos en la citada sociedad la ponencia titulada “Sobre la tendencia de las especies a crear variedades”, el 1 de julio de 1858.

Un viaje definitivo. Nada hacía presagiar en la apacible vida de Charles Robert Darwin, nacido en Shrewsbury (centro de Inglaterra) en una familia acomodada de la Inglaterra victoriana, que acabaría por socavar los cimientos sobre los que se asentaban las ciencias naturales de la época.

Hijo de un eminente médico de la alta sociedad, Robert Waring Darwin, inició estudios de Medicina en Edimburgo, aunque solo completó dos años, dada su aversión a las operaciones quirúrgicas. Su padre le propuso entonces que fuese a Cambridge para estudiar sacerdocio, pero en esta universidad acabó desarrollando un gran interés por la historia natural, asistiendo voluntariamente a las clases del botánico y entomólogo reverendo John Henslow.

Henslow cambiaría definitivamente la vida de Darwin al darle la oportunidad de embarcarse en 1831 como naturalista con el capitán Robert Fitzroy para una expedición alrededor del mundo en el barco Beagle.

El viaje, que duró cinco años, le permitió estudiar la geología y vida silvestre de muchos lugares de América Latina, en especial en las islas Galápagos (Ecuador), y recopilar numerosos especímenes y fósiles.

Ya de vuelta en su país, influenciado por el geólogo Charles Lyell, quien sostenía que el mundo se había formado no a través de grandes catástrofes, sino por el efecto de procesos graduales como el viento o los volcanes, llegó a la conclusión de que la vida evoluciona y las especies se adaptan a su entorno. Darwin acuñó entonces el concepto de “selección natural” para explicar por qué algunos animales sobrevivían y, en cambio, otros morían antes de reproducirse, teoría que finalmente publicó en noviembre de 1859 en su libro “El origen de las especies”.

El libro de Darwin se agotó en su primeros días de venta al público, y tuvo un fuerte impacto porque presentaba gran cantidad de información, con argumentos muy bien desarrollados, fruto de sus numerosas investigaciones de campo.

También llevó a cabo sus estudios en su residencia de Downe, en el condado de Kent, donde se retiró en 1942, tras su matrimonio con su prima Emma Wedgwood, tres años antes, y buscando una vida más sana que la de Londres, que mitigase los frecuentes problemas de salud que le afligieron tras su vuelta al mundo.

En Downe se conserva el jardín experimental donde el científico desarrolló también su teoría a través de plantas y de animales, en un entorno natural, y también con intervención del hombre, a diferencia de su colega Alfred Russell Wallace, que no había contemplado este extremo en sus teorías.

Se mantuvo apartado de las polémicas sobre su obra, pero en 1871 publicó el ensayo “The Descent of Man and Selection in Relation to Sex”, en el que expuso que el hombre surgió en la tierra por medios naturales, es decir, que descendía de otras formas anteriores de vida.

El padre de la teoría de la evolución murió en 1882, y sus restos están enterrados en la abadía londinense de Westminster.

Contra Darwin.  Su legado sigue siendo un punto de referencia importante para miles de investigadores y aficionados a las Ciencias Naturales, que además ahora pueden consultar sus trabajos completos –unas 50,000 páginas de texto y hasta 40,000 imágenes– en la dirección de internet www.darwin-online.org.uk, que ha subido a la red de forma gratuita el Christ’s College de la Universidad de Cambridge.

La mayor parte del material se ha hecho público por primera vez en la red, como la primera edición de “Diarios de investigación: viaje del Beagle” (1939), “Zoología del viaje del HMS Beagle (1838-43)” y las segunda, tercera, cuarta y quinta ediciones de “El origen de las especies”.

Pero su obra es asimismo objeto de debate y ataque por parte de los sectores llamados “creacionistas”, y que en abril último han presentado el documental “Expelled; No Intelligence Allowed” (Expulsado: no se permite la inteligencia), dirigida por Nathan Frankowski y protagonizado por el actor y escritor Ben Stein. Avalada por la Iglesia católica de Estados Unidos, la teoría del “diseño inteligente” establece que el proceso de la vida es demasiado complejo como para explicarlo en términos naturales.   

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Los “creacionistas”

Con fuerte apoyo del  gobierno de  Bush, los “creacionistas” se han ido abriendo poco a poco camino en el mundo académico y científico estadounidense, e incluso en algunos estados la polémica ha llegado a los tribunales, para dilucidar si el “diseño inteligente” debe estudiarse en las escuelas como alternativa a las teorías de Darwin.  Estos sufrieron en el 2005 su primer rechazo en los tribunales,  un juez dictaminó que no puede enseñarse como ciencia en  escuelas  de Pensilvania.

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