Como la violencia contra la mujer todavía no ha recibido la atención prioritaria, ni los recursos que se requieren para abordarla con la seriedad y la visibilidad necesaria; en conmemoración al Día Internacional de la Mujer, que estaremos celebrando mañana 8 de Marzo, deseo recordar esa intachable figura que en el nuevo siglo se convierte, cada vez más, en una parte vital de la sociedad, tanto por su fuerza de trabajo, como por la función formativa desarrollada con sus miembros a través de la familia.

Este día reconocido por las Naciones Unidas, surgió al final del siglo XIX, que fue cuando por el mundo industrializado, bajo un período de expansión y turbulencia, tuvo un crecimiento fulgurante de la población e ideologías radicales; que basados en el protagonismo de las mujeres del Partido Socialista Norteamericano de 1908, instauraron unas jornadas de reflexión y acción. Es por esto, que en este inolvidable día se solemniza la lucha de las mujeres corrientes como artífices de la historia y hunde sus raíces en la lucha plurisecular de la mujer por participar en la sociedad en pie de igualdad con el hombre para su desarrollo íntegro como persona.

Si bien las manifestaciones de violencia contra las mujeres y las niñas varían de un contexto social, económico, cultural e histórico a otro, es evidente que esa violencia sigue siendo una realidad devastadora en todas partes del mundo. Se trata de una violación generalizada de los derechos humanos y un grave impedimento para el logro de la igualdad de género, el desarrollo y la paz.

Por esta razón, notamos que cuando las mujeres, a menudo separadas por fronteras nacionales y diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas se unen para celebrar su día, pueden contemplar una tradición de no menos de 90 años de lucha en pro de la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo.

Cuando reconocemos que la igualdad de género es fundamental para el desarrollo y la paz de todas las naciones, valoramos que las mujeres no sólo tienen mayor conciencia de sus derechos sino también mayor capacidad para ejercerlos.

Sin dudas que cualesquiera que sean los auténticos beneficios de invertir en las mujeres, el hecho más importante sigue siendo que las propias mujeres tienen derecho a vivir dignamente, sin carencias y sin temores. En honor a este Día Internacional de la Mujer sugiero que nos propongamos convertir eso en realidad.