Con la presentación del musical Cenicienta, en el Teatro Nacional, el maestro Amaury Sánchez mostró que está en un momento de gran capacidad creadora.
Después de ofrecer en el país algunas de las más aclamadas producciones de Broadway, el director decidió hacer una versión libre de este cuento de hadas.
Tal atrevimiento merece un gran aplauso.
Al igual que en sus proyectos anteriores, en esta ocasión Amaury no escatimó esfuerzos y se hizo acompañar de un grupo de profesionales que cumplió su cometido y se entregó en cuerpo y alma.
Aunque hay algunas escenas en las que de repente se podría pensar que la obra cae, Cenicienta está repleta de buenos y hermosos momentos. Uno de ellos es el rap que hacen la madrastra y las hermanastras.
Ver a la veterana actriz María Castillo, a Yelitza Peña Sanlley y a Laura Leclerc moverse y cantar rap hizo que el público se desternillara.
Las actuaciones de los artistas fueron buenas, ya que logran adentrarse en su papel. Otros elementos a destacar son la impresionante escenografía de Fidel López, que lleva a cada uno de los lugares en los que se desarrolla la historia; el hermoso vestuario diseñado por Jochy Asiático, las canciones, que surgieron de la inspiración de Sánchez y Waddys Jáquez y la coreografía, de Isadora Bruno.
Se trata de una producción que vale la pena ver.