La rápida metamorfosis del camaleonismo es característica predominante en muchos reptiles camuflándose para atacar o defenderse en su hábitat.

En nuestro país, tal vez justificado (como casi todo ahora) por el covid19, los novatos gobernantes, incluido, por supuesto, el Presidente de la República, están rompiendo récords en metamorfosis y camaleonismo políticos.

Los casos de transformaciones conductuales y actitudes que desdicen sus posturas humildes y sensatas mientras eran oposición, han tenido una celeridad asombrosa: Ministros y directores de entidades gubernamentales están exhibiendo una arrogancia sorprendente y, peor aún, están metiendo la pata hasta la cintura sin la prudencia de disculparse o corregir con presteza sus errores.

Sin embargo, tengo que confesar, tan tempranamente como los primeros 50 días del nuevo gobierno que, afortunadamente, no encontré con quien apostar favorablemente al buen comportamiento de las nuevas autoridades, porque hubiese perdido vergonzosamente:

Imagínense que la rápida metamorfosis del presidente Abinader ahora lo dibuja en mi cerebro con una peligrosa semejanza con el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien durante todo su mandato no ha tocado ni con el pétalo de una rosa los intereses económicos de los ricos estadounidenses, actitud que ahora emula nuestro presidente pretendiendo que los impuestos para equilibrar el presupuesto de la nación sean cubiertos o soportados principalmente por la clase media y los desclasados “pobres” mientras los dominicanos tradicionalmente ricos esperan con solemne tranquilidad cómo centavo a centavo los menos pudientes, que son una inmensa mayoría, cubrirían la pandemia y el cáncer de la corrupción y sus miserables secuelas, mientras los políticos intentan aplicar la teoría de que grano a grano se llena la gallina el buche.