Centenario de la Primera Guerra Mundial

Centenario de la Primera Guerra Mundial

Grandes Batallas, III.

El mundo occidental, el cercano y medio orientes se vieron envueltos en una sangrienta guerra originada por el orgullo y falta de información de personajes gobernantes, así como el interés colonialista de las grandes potencias europeas, en mayor medida por Inglaterra y Francia; en menor grado por Alemania, Rusia e Italia. Los tratados entre países fueron invocados y rápidamente unos y otros se declararon y contra-declararon la guerra. La conflagración se extendió desde el Golfo Pérsico hasta Rusia, de Rusia a Francia, de Inglaterra a Palestina. Participaron 60 millones de soldados y murieron 15, lo que le valió el título de “La Grande Guerre”. Asimismo, terminó el reinado de tres grandes casas reales: Los Habsburgos de Austria-Hungría, los Hohenzollern de Alemania y los Romanov de Rusia.

Los Balcanes. El 6 de octubre de 1914, las potencias del centro, Alemania y Austria-Hungría, con Bulgaria como aliada, la emprendieron contra Serbia. Para 1918, 550,000 soldados y civiles serbios, un quinto (20%) de su población, habían muerto en la contienda, ningún otro pueblo sufrió, porcentualmente tantas pérdidas como los serbios. Terminada la guerra, el reino de Serbia agrupó los pueblos de: Serbia, Croacia y Eslovenia; un adelanto de lo que luego fue Yugoslavia del Mariscal Tito, a quien Stalin llamaba “Gran loco enano” o lo que en dominicano sería: “locazo enano” (grösenwahnsinnige Zwerg, der Spiegel).

Frente Occidental. En el que participaron Alemania, Francia e Inglaterra, las matanzas fueron las mayores que se habían visto en toda la historia de Europa. El 1ro. de agosto, los alemanes irrumpieron por los países bajos, el 7 tomaron Lieja (ciudad belga); tres ejércitos alemanes marchaban a razón de 30 km por día en dirección a París y llegaron a sus puertas. Habían atropellado a franceses e ingleses, cundía el pánico entre los parisinos; la guerra habría terminado en seis semanas, a mediados de setiembre, aun antes de lo que el Estado Mayor de Alemania había planeado. París esperaba ser conquistada y masacrada cuando el general Joffre, sin consultar a sus superiores, en una acción inexplicable al día de hoy, decidió enrrumbarse hacia el sureste, en vez de seguir a París; esto dio origen al enardecimiento del pueblo francés, a falta de transporte, los taxis llevaban los soldados al frente y condujo a lo que se conoce como: “el Milagro de Marne”. La masacre de Marne, de franceses y alemanes, comenzó el 6 de setiembre y terminó una semana después cuando el general alemán, jefe del Estado Mayor Helmuth von Moltke, ordenó retirada. Así quedó establecido, al comienzo de la guerra un frente más o menos estático de 750 Km de longitud, desde el norte de Flandes (Ypres) hasta Mulhouse al sur de Alsacia, en la frontera Suiza.

Del 22 al 25 de septiembre luchan los franceses al mando del mariscal de campo Philippe Pétain en Verdun y logran retener la plaza a pesar del ataque estratégico alemán. Los ejércitos alemanes y franceses se desangran a lo que también contribuyeron las masacres de: Somme capital de Amiens en el norte de Francia, en el frente oriental las de: Tannenberg en Polonia y Skagerrak península de Jutlandia en Noruega. Alemanes y franceses quedan exhaustos, entran en una situación de inercia, ninguno puede vencer al otro, la situación en el frente occidental queda en suspenso. Los ejércitos franceses han perdido el 78 % de su plantilla, de hecho en el verano de 1917, Francia estaba al borde del desmoronamiento. Los alemanes perdieron el 56 por ciento de sus militares. No obstante su cuerpo de oficiales mantuvo su espíritu y orgullo, lo que se pone de manifiesro en la Segunda Guerra Mundial. Inglaterra también sufrió grandes bajas en las batallas del Mosa (Maas) y del Somme, sin embargo, sus muertos en este frente resultaron en menor proporción que las de los aliados. Ante la situación de estancamiento en el frente occidental, Inglaterra volvió sus ojos hacia el imperio Otomano, actitud que siguió en menor medida Francia.

Los Estados Unidos de América que hasta el año 1917 solo habían enviado armas, alimentos y combustibles a los aliados, eran necesarios para inclinar la balanza europea. Sin embargo, el primer ministro inglés, David Lloyd George, no era partidario de la participación directa norteamericana en la guerra, asimismo, el pueblo estadosunidense no quería guerra, tampoco su presidente Woodrow Wilson. En estas circunstancias, un submarino alemán, el SM-U20, torpedeó, el 7 de mayo de 1915, al trasatlántico Lusitania de bandera inglesa, en él murieron 128 estadounidenses. No obstante, hasta abril de 1917, se debatieron los ciudadanos y su gobierno, cuando declararon la guerra a las potencias del Centro.

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