De nuevo se acercan las elecciones y muchas personas se preguntan si merece la pena votar o no. Queremos presentar algunas razones a favor de ir a votar responsablemente este 16 de mayo. Cuando nos quedamos en casa porque pensamos que nuestro voto no vale, no tiene importancia, que no va a hacer ninguna diferencia en los resultados, o por no pasar las molestias de las filas y del sol, en realidad, ¿qué es lo que estamos haciendo?

¿Será que nos estamos dando por vencidos y retirándonos del terreno de juego antes de que comience el partido? ¿Estaremos dejando que otros y otras decidan por nosotros?

¿No estaremos posibilitando que personas sin conciencia realicen fraudes electorales, y que quienes venden su voto o alquilan su cédula sean quienes elijan a nuestros gobernantes? ¿No estaremos facilitando a quienes son capaces de comprar los votos que se salgan con la suya y nos traten como mercancía desechable, que una vez usada, se tira a la basura porque ya dio lo que iba a dar?

¿Estamos quitándole importancia a la salud y a la educación de nuestros hijos e hijas, a nuestras posibilidades de empleo, al derecho que todos/as tenemos a no pasar hambre y a vivir en una vivienda digna?

¿Estaremos dejando de crecer y de afirmarnos como ciudadanos y ciudadanas libres que tenemos dignidad y que podemos aportar al bienestar de todos y todas? ¿Estamos renunciando a uno de los deberes y derechos más sagrados conquistado por nuestro pueblo a lo largo de los años, para hacer avanzar la lucha democrática?

Si queremos construir una verdadera democracia basada en la justicia y la equidad, si deseamos salir de la crisis económica, social y política que estamos viviendo como pueblo dominicano, necesitamos de hombres y mujeres que no sólo se responsabilicen de ir a votar de acuerdo con su conciencia, pensando en los y las demás. Eso es solamente un primer paso. Necesitamos personas honestas que se dispongan y se capaciten para trabajar como observadores y observadoras en las mesas electorales este 16 de mayo. Necesitamos ciudadanos y ciudadanas que se comprometan organizadamente para exigir a los candidatos programas de gobierno claramente definidos, que sepan pedir cuentas a los que resulten elegidos de sus hechos y decisiones, y lograr que actúen en favor de las mayorías del pueblo a lo largo de todo su período de gobierno.

Necesitamos fortalecer las instituciones que garanticen la representatividad de todos y todas, la estabilidad de la nación y el bienestar de nuestro pueblo. Necesitamos descubrir y entender la política como una vocación de servicio honrado y no como fuente de corrupción y enriquecimiento personal.

Es nuestra responsabilidad ciudadana forjar una nueva cultura política. Tenemos la necesidad de cambiar de manera de pensar y de actuar, rompiendo la trampa de la pasividad que hace de la resignación y del fatalismo un comportamiento justificable. Realmente tenemos que redescubrir el valor y la importancia de cada voto.