El Centro de Reflexión y Acción Social Padre Juan Montalvo SJ (Centro Montalvo) lamentó que el ambiente político dominicano no haya permitido discutir de manera razonable las implicaciones del Pacto Mundial para una Migración Segura, Regular y Ordenada promovido por la Organización de las Naciones Unidas.
Según el Centro, el documento consensuado durante dos años de trabajo contiene muchos elementos positivos, especialmente para un país como el nuestro, cuya población emigrante es tan importante y más numerosa que la población inmigrante.
Las posiciones fijadas por varios medios de comunicación y actores políticos y sociales, y que afloraron en el espacio público con discursos rígidos y emociones impulsivas, parecían responder a agendas electorales que procuran posicionarse alentando sentimientos y miedos irracionales.
El Centro Montalvo lamentó además que una sombra de oportunismo político lleve a desaprovechar un buen instrumento para trazar las propias políticas migratorias, con apego a los derechos humanos, y no respondiendo a meras encuestas de opinión. Entiende que una práctica de Estado relativa al derecho internacional se mide por su solidez doctrinal y ética, no por sus consecuencias coyunturales ante una opinión pública pobremente informada y afectada por una batería de fake news.
En este sentido, subraya lo manifestado en la declaración oficial sobre la decisión de no firmar el pacto de que «el Gobierno dominicano está comprometido con una política de respeto a los derechos humanos en relación a las personas que emigran hacia nuestro país» y de que «toma en su justa dimensión la motivación de esta iniciativa».
Aun después de tomada la decisión gubernamental de no firmar el Pacto Mundial para la Migración, dadas las circunstancias, el Centro Montalvo invita a retomar las propuestas de ese acuerdo mundial con más sosiego.
Toma como marco de referencia lo expresado en julio pasado por Monseñor Bernardito Auza, Observador Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas: «Este Pacto Global hará más difícil para cualquiera estados, sociedad civil o cualquiera de nosotros no estar al tanto de los desafíos que las personas migrantes enfrentan y que no cumplamos nuestras responsabilidades comunes hacia ellos, en particular hacia aquellos más necesitados de nuestra solidaridad. (…) Frente a los desafíos migratorios de hoy, la única respuesta sensata es la de la solidaridad y la misericordia».
Para el centro social de los jesuitas, lo sucedido en estos días plantea la necesidad de un profundo trabajo sociocultural y educativo que lleve a todos los actores sociales y políticos, líderes de los partidos, las Iglesias, la prensa y la sociedad civil, a actuar de manera razonable y justa en un tema conflictivo y trascendente como la migración, donde se ponen en juego muchas cosas delicadas. Están en juego la vida de miles de personas vulnerables, la convivencia intercultural respetuosa con inmigrantes que participan en la vida social y productiva del país, la seguridad social y ciudadana y el ejercicio de la misericordia ante otros seres humanos que atraviesan momentos de extrema necesidad.
De seguir atormentada por los fantasmas de discursos ultranacionalistas exagerados, la sociedad dominicana corre el riesgo de ahogar las raíces cristianas de las que se enorgullece, hasta perder incluso su misma humanidad. Por esta razón, el compromiso de garantizar una migración segura, regular y ordenada, respetando los derechos humanos, atañe no solo al gobierno dominicano, sino a los diversos actores sociales y políticos que interactúan en el territorio nacional.