Cerebro, política y demencia

Cerebro, política y demencia

Hay libros que uno lee y relee, y cada vez los encontramos  más interesantes- a todos nos pasa-. Un ejemplo reciente ha sido la obra ¨En el poder y en la enfermedad¨, del neurólogo inglés Dr. David Owen.

En dicha obra se refiere a que en los pasados cien años solo dos jefes de Estado o de Gobierno en el ejercicio del poder han sido declarados dementes de manera formal. El presidente francés Paul Deschanel, que dimitió voluntariamente en  1920, por padecer algo  que los neurólogos modernos creen  es una demencia Fronto-temporal, y en el 1952 el Rey Talal Allah, de Jordania, fue obligado a renunciar por su esquizofrenia.

La demencia Fronto-temporal es una forma de demencia muy agresiva, la más común en los jóvenes, preserva más la memoria que el Alzheimer, pero se acompaña de más comportamientos bizarros (agresividades, torpezas sociales, conductas atípicas, etc.). Por el contrario la esquizofrenia es una enfermedad mental con desdoblamiento de la personalidad, oyen voces, tienen alucinaciones que van abatiendo al paciente hasta sacarlo de su realidad social.

Del presidente Deschanel, son muchas las payasadas que se cuentan  antes de ser obligado a dimitir. En una ocasión un grupo de niñas le obsequió un ramo de rosas,  las puso en atención frente a él y a cada una les dio con las rosas en la cara desojándoselas. En otra oportunidad, fue encontrado semidesnudo deambulando por los jardines del Palacio  por haberse tomado una sobredosis de  pastillas de las que solo su médico personal tenía control. Luego, en un almuerzo de Estado salió corriendo y se tiró con todo y ropa en un lago. Muchas fueron las gracias¨ del Presidente que terminó en un asilo de locos, léase manicomio.

Otro ejemplo sería el caso de Reagan, Presidente del país más poderoso del mundo, a los pocos meses de dejar la presidencia aceptó que padecía la enfermedad de Alzheimer.

Su hijo Ron Reagan, en su libro ¨My father at 100¨, publicado el año pasado con motivo del 100th aniversario de su padre, aceptó públicamente que su progenitor ya  padecía la demencia durante el ejercicio de la presidencia. De manera lógica es así, pues el Alzheimer es una enfermedad progresiva,  nunca es aguda y tiene etapas previas para demenciar, como el Déficit Cognitivo Leve.

Esto necesariamente plantea un cuestionamiento ético-médico y hasta moral sobre la salud mental de los líderes políticos y de los hombres que ejercen influencias en la existencia de las naciones, sean públicos o privados.

Muchos puristas consideran, que los médicos debemos llevarnos los secretos de los pacientes a la tumba y que no debemos dejar ninguna constancia escrita sobre la historia de ellos, para no contravenir el juramento Hipocrático. Soy de opinión diferente,- aprendido de los ingleses- sustento que es una obligación del médico tratante de celebridades, hacer una historia clínica reflexiva, desprovista de detalles personales, pero abordando explícitamente los datos clínicos, que pueda ser muy valiosa pasado un tiempo prudente, para no desdibujar la historia con especulaciones dañinas.

Imaginemos por un momento que nuestros historiadores pudieran disponer de las memorias clínicas detalladas de Duarte, Luperón, Trujillo, Lilís, etc. Esto  habría ayudado,  pues nadie puede negar que las enfermedades influyen grandemente en  los hombres, la política y  en el  indetenible devenir de la historia del mundo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas