Cerebro y decisión numérica

Cerebro y decisión numérica

JOSÉ SILIÉ RUIZ
El arqueólogo cognitivo Merlin Donald plantea que la mente humana evolucionó sus niveles de conciencia en los estadios de conciencia episódica, mimética, mítica y teórica, donde el perfeccionamiento del lenguaje jugó el papel protagónico. El distintivo de la mente humana moderna es que está constantemente en integración y re-elaboración de su propia formación a través de las múltiples formas de la información.

Muchos profesionales de la biología evolutiva sospechan que el lenguaje, la cognición y la conciencia surgieron paralelamente en la filogénesis humana. Desde los cinco meses de edad los niños son capaces de memorizar cuántos objetos hay escondidos debajo de una almohada y realizar operaciones mentales muy sencillas, mucho antes de que puedan hablar, lo que nos hace reflexionar en lo concerniente a que esa forma de decisión numérica al parecer viene codificada de modo genético desde nuestros ancestros.

Se ha planteado que la conciencia es la sensación de “conocer”; así, la conciencia se concibió como una sensación interior a la que se atribuyen algunas propiedades fundamentales: es selectiva, continua, y muy personal. Si la relacionamos con la inteligencia, que es propiedad de esa misma mente, es además innovación, resultado de asociaciones de ideas almacenadas en bases inmensas de información.

Pero volviendo a las convicciones y a los cálculos, se ha demostrado que no son sólo una creación cultural, sino que responden a una arquitectura especial de nuestro cerebro. Se ha determinado que los números son como el color, que no tienen en el cerebro una representación como tal, sino que es una construcción subjetiva de nuestros cerebros. Con el uso de la Resonancia Magnética y el Pet scan se ha podido determinar que son las áreas parietales de nuestros hemisferios las que más se estimulan cuando usamos los números.

Pero ¿qué pasa cuanto tenemos que tomar una decisión sin participación numérica, léase “afectiva”? Entonces es la corteza órbito-frontal la que toma el comando. Innegablemente que una sabia decisión lleva apareada una gran dosis de inteligencia y si aceptamos el pensar del científico británico Christopher Evans (1931-1979) quien definió la inteligencia como “la capacidad de reaccionar de forma rápida ante los cambios del medio, de valorar las posibles soluciones para cada cuestión y de percibir nuevas relaciones entre los aspectos de un problema”, su decisión del próximo viernes debe ser inteligente.

Por igual tienen que ver con la inteligencia, la abstracción, la lucidez y la capacidad de adaptación. Si aplicamos estos conceptos a la actividad del viernes 16, estará relacionada con el candidato en el que usted cree y está demostrado por estudios científicos que esa “creencia” tiene su asiento principal en la corteza prefrontal ventromedial (CPFVM). Esta área guarda correspondencia con aspectos del sistema límbico que se relacionan con la emoción y el placer de la recompensa.

La incredulidad aumenta la actividad en la ínsula anterior, región que tiene que ver con el dolor y la repugnancia, es decir que cuando uno no está seguro de su candidato, hay “displacer”. Pero llámese a esa “conciencia” sabiduría, alma, cálculo, conocimiento, etc. y como neurólogo, reverente trabajador del cerebro, podemos señalarle al amable lector que sólo si su líder reúne las condiciones de gran carisma, empatía, inspiración e influencia, únicamente entonces esa acción ciudadana de votar sería sabia numérica y emocionalmente.

 Howard Gardner en su libro “Mentes Lideres” lo señala así: son muchos los que aspiran, pero pocos los que se distinguen por “sus neuronas”. Usted se inclinará por tanto el próximo viernes 16 por un número; vote usted por el que más números tiene. Usted es muy inteligente, su cerebro sabio sabemos que se “decidirᔠen esa “urna” privada e íntima por el mejor.

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