Pequeña, coqueta y sonriente, es la imagen viva de la esperanza. Habla con ímpetu, ríe con ganas y muestra en cada palabra su amor por la vida. Nada parece amilanarla. Tal vez por ello es fanática de las pesas. Levantarlas es, en cierta forma, demostrar que no hay imposibles.
Con 33 años, Ceres Torres ha sabido sobreponerse a la adversidad de una forma tal que, a menos que se mire al suelo, nadie puede imaginar que detrás de sus ojos brillantes hay una historia de dolor, angustia, pero sobre todas las cosas, superación.
Diagnosticada en el año 1994 con ostereosarcoma (un tumor sólido) en el primer metatarso del pie derecho, Ceres vio cómo su mundo se destruía cuando tenía tan sólo 14 años: por culpa de la enfermedad tuvieron que amputarle el pie derecho.