Cerremos con hermetismo la frontera sanitaria

Cerremos con hermetismo la frontera sanitaria

Cerremos con hermetismo la frontera sanitaria

La literatura médica registra que la primera pandemia documentada de cólera se produjo en 1817, en Asia. A las Américas llegó en 1832. Desde entonces, millones de personas perecieron víctimas de la enfermedad. Sin embargo, los avances médicos, los nuevos medicamentos, la clínica y las medidas preventivas han conseguido reducir la mortalidad del cólera a su mínima expresión. Esta enfermedad, sin embargo, ha puesto a prueba la frontera sanitaria entre Haití y la República Dominicana. Cuando el penúltimo brote de cólera apareció en Haití, en 2010, pocos meses después ya estaba entre nosotros. En Haití casi 800 mil personas fueron afectadas y poco más de ocho mil murieron, pero las medidas urgentes de las autoridades médicas de nuestro país mantuvieron a raya la enfermedad y las víctimas mortales fueron muy pocas relativamente. Hoy las circunstancias son diferentes y obligan a las autoridades médicas dominicanas a ser más diligentes, más disciplinadas y, sobre todo, más drásticas en las exigencias para que la frontera física sea resguardada de manera estricta.

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La crisis política, social y económica por la que atraviesa la nación haitiana empuja a miles de sus habitantes a buscar refugio en otras tierras para dejar el infierno en el que viven desde hace varios años. La República Dominicana es su tierra vecina y es, por lo tanto, la principal opción para huir, para abandonar la zona que amenaza su supervivencia. Este es, precisamente, el gran problema. Ya tenemos un ejemplo frente a nosotros: una mujer que llegó de Haití a mediados de este mes trajo consigo el bacilo Vibrio cholerae y el cólera se le declaró en pocos días. Junto a la frontera física debe operar de manera hermética la frontera sanitaria. Para nosotros hacerlo es vital, por nosotros y por los turistas que nos visitan, es decir, por nuestra salud y por nuestra economía.

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