Cerró ayer la Feria del Libro

Cerró ayer la Feria del Libro

POR MARIEN A. CAPITAN
Con una asistencia moderada de público se cerró ayer a la VIII Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2005, una muestra que fue extendida un día más por disposición del presidente de la República, Leonel Fernández.

Aunque algunas editoras y librerías ya no estaban abiertas el día de ayer, la mayoría de los pabellones y stands continuaron ofreciendo interesantes descuentos a los visitantes, quienes decían sentirse satisfechos de poder caminar con tranquilidad por el recinto ferial.

Esto, manifestaban algunos, fue posible porque la mayoría de los pequeños que andaban con sus familias estaban en el área infantil, donde continuaron ofreciéndose los talleres de pintura y lectura. También estuvieron dando clases de ajedrez y se realizaron funciones de títeres.

El único punto negativo, para algunos pequeñines, era el simpático payaso que estaba a la entrada del área infantil: sus colores, brillantes, llegaron a asustar a más de uno. La mayoría de los niños, sin embargo, se sentían contentos al verles.

En el área internacional el movimiento era escaso. El pabellón de Italia, país invitado de honor este año, era el punto más visitado. Después de él, podía verse el stand de Taiwán, donde se estuvo promocionando el increíble atractivo turístico de esta isla asiática.

Con el de Argentina cerrado, se pasaba inmediatamente al stand de Editorial Norma, de Colombia, donde aún había qué comprar; y posteriormente estaban los de Cuba y la Cámara Cubana del Libro, dos espacios en los que no había ya prácticamente nada que llevarse. En el del El Salvador, por otro lado, nada más quedaban los libros de exhibición: allí se vendieron tomos que, incluso, no debieron venderse.

Otros países que se mantuvieron abiertos fueron España, México, Guatemala, Perú, Francia, Japón e Israel.

Al hablar de las fundaciones de los políticos, se mantuvieron abiertos los del profesor Juan Bosch y José Francisco Peña Gómez, mientras que el de Joaquín Balaguer estuvo cerrado.

Los stands gubernamentales, por otra parte, se mantuvieron abiertos al público.

Respecto a las librerías, la mayoría abrió con normalidad y, aunque en horas de la mañana no había demasiado movimiento, después del mediodía la jornada se animó y los stands se llenaron de magia o, mejor dicho, de posibles compradores.

Más enfocados en comprar, buscando alguna novedad o simplemente detrás de esos autores dominicanos que tan en boga han estado este año, los visitantes a la feria pudieron disfrutar con mayor solaz las horas matutinas. Durante ellas, perdiéndose en medio de títulos y especiales, aprovecharon las ventajas de llegar temprano a una feria que cada día se iba calentando con el paso de las horas.

En cualquier momento, sin embargo, la curiosidad fue saciada: todos revisaron mesas de especiales, anaqueles de novedades y algún que otro rincón en el que al menos podían aprender algo nuevo. La feria, en definitiva, fue un espacio del que casi todos salieron satisfechos. Será pues hasta el año próximo.

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