César a Chile a pesar del vitriolaje

César a Chile a pesar del vitriolaje

JUAN D. COTES MORALES
La sangre de mi espíritu es mi lengua y mi patria es allí donde resuene soberano su verbo, que no amenguas u voz por mucho que ambos mundos llene». (Unamuno). El presidente Leonel Fernández escogió a César Medina para ser el representante del país en la República de Chile. Según los versos de Lucrecio en su poema De Natura Rerum, Libro I Versos 385 y ss. «el principio de todas las cosas es que las entrañas se forman de entrañas mas pequeñas; el hueso, de huesos más pequeños; la sangre, de gotitas sanguíneas reducidas a una sola; el oro de granitos; la tierra, de arenitas contraídas; el agua, de gotas; el fuego, de chispas concentradas».

La mismidad de Leonel Fernández se encuentra y busca el yo social o el yo gente del César Medina particular y privado para darle el rango de embajador.

Me satisface grandemente y me asocio a mi propio júbilo con tal designación porque me siento bien representado.

Durante mucho tiempo he leído y visto al periodista César Medina y a su compañera Mirna Pichardo.

Varias veces fui invitado a su «Recepción».

No es difícil dedicarse a ver a alguien durante equis cantidad de tiempo, sobre todo, cuando ese alguien es «empleado del Universo» y ambos servimos al Poder Supremo.

Puede decirse que durante la última década César Medina ha llegado lejos, muy lejos. ¡Ha triunfado! Aunque los escotomas centelleantes en ocasiones le hayan fastidiado el ángel de la guarda a pesar de él constituirse y ser en ocasiones el «colirio que limpia nuestros ojos de egoísmo y nos capacita para ver a los demás hombres y sus obras».

Precisamente, por ser así, se ha ejercido el vitriolaje en su contra. Según J. M. Campoamor las acciones vitriólicas se subdividen en las censuras al prójimo propiamente dichas, en las vehementemente irritadas… y las de vitriòlico contenido, parafinadas y envueltas en el papel de la amistad. Para Calleja «La industria del pensamiento es el cliché corrosivo, a sueldo del odio que vuelca vitriolo sobre cualquier florecer soleado».

Realmente existe el vitriolaje periodístico, social, político y económico y los alparceros por contrato. Pero nada, absolutamente nada ni nadie podrá hacerle daño. César es empleado del universo, le sirve a Dios y a los hijos de Dios. En él solo existe sensibilidad humana y grandeza de alma. Aquí, en Chile y donde quiera él seguirá siendo igual, irrepetible, inimitable e insustituible porque es empleado del universo e hijo de las circunstancias.

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