Cetáceos casi ignorados en el Caribe

Cetáceos casi ignorados en el Caribe

Por Patricia Grogg* – IPS/IFEJ
LA HABANA, jul (IPS/IFEJ)
  En el Gran Caribe habitan un cuarto de los mamíferos marinos del planeta, pero se sabe poco sobre su estado de conservación, alertan expertos.

La creciente explotación de los recursos costeros, la degradación del hábitat, la pesca accidental, la contaminación, las alteraciones acústicas y el turismo son amenazas fundamentales para estos animales en el Gran Caribe, que abarca el golfo de México, el mar Caribe y el océano Atlántico adyacente, explicó en una entrevista la bióloga marina Nathalie Ward, directora de la Red de Cetáceos del Caribe Oriental (ECCN por sus siglas en inglés).

«Hay razones para preocuparse» pues «en muchos países existe poca información sobre las necesidades biológicas y de conservación» de estas especies, añadió.

El efecto más devastador corresponde a los accidentes con las redes de pesca, que cada año matan unos 300 mil cetáceos en el mundo, entre ballenas, delfines y marsopas, una cantidad muy superior a la de los ejemplares que mueren por capturas intencionales, colisiones con barcos o la acción predadora de los tiburones.

Sin embargo, según Ward, en el Gran Caribe resulta difícil obtener estimaciones relevantes sobre este factor, «especialmente en lugares donde la pesca a pequeña escala o con medios artesanales ocasiona una alta proporción de estos accidentes».

Para Ward es fundamental el respaldo de los centros de toma de decisiones y del público en general para establecer medidas que atenúen el efecto de las capturas no deliberadas, por encima de otras acciones específicas de carácter técnico, como la modificación de los trasmallos para evitar que los animales queden atrapados en las redes.

Un ejemplo alentador es un proyecto quinquenal suscrito en 2005 por Colombia, Costa Rica, Cuba, Guatemala, México, Suriname, Trinidad y Tobago y Venezuela con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), dirigido a reducir las capturas accidentales en la pesca de arrastre del camarón.

El entorno marino y costero del Gran Caribe está expuesto a los efectos nocivos del desarrollo de los litorales. La contaminación por pesticidas y residuos agrícolas, derrame de hidrocarburos y vertimiento de desechos de los buques, así como el cambio climático amenazan los ecosistemas.

La mayoría de los países caribeños ejecutan prácticas para contrarrestar estos problemas, como evaluar el impacto ambiental y crear áreas protegidas, un elemento decisivo a largo plazo, implementado bajo el Protocolo Relativo a las Áreas y Vida Silvestre Especialmente Protegidas de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).   

«Acciones de conservación como el establecimiento (en 2006) de una alianza entre el Santuario de Mamíferos Marinos de República Dominicana y el Santuario Marino Nacional de Stellwagen Bank (situado en la estadounidense bahía de Massachussets) ofrecen una prometedora solución para el manejo de las especies marinas migratorias», afirmó Ward.

Estas dos áreas, a más de tres mil kilómetros de distancia entre sí, protegen unas 900 ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae), que habitan en la reserva estadounidense de abril a diciembre y luego viajan a latitudes más bajas, incluyendo aguas dominicanas, donde se reproducen.

La asociación entre ambos santuarios, primera iniciativa para preservar  mamíferos marinos en peligro que cubre zonas geográficas extremas de la migración anual, implica controles e investigaciones conjuntas, colaboración educativa y construcción de infraestructura científica.

Los mamferos marinos constituyen un importante atractivo turístico, por su carisma e inteligencia. Aunque su avistamiento traería beneficios económicos a gobiernos y comunidades, el tráfico marítimo puede afectar su reproducción, alimentación y socialización. 

«En muchas zonas costeras, el auge turístico puede destruir o marginar el hábitat de los mamíferos marinos y sus presas, por el incremento incontrolado de la actividad naval, el inadecuado tratamiento de las aguas residuales y el aumento de la pesca, entre otros factores», aseveró Ward.

A juicio de la bióloga, el compromiso del sector privado y las instituciones turísticas regionales con los programas de conservación sería determinante para promover mejores prácticas y respaldar estudios sobre la biología de estas especies.

Con la expansión de la industria turística caribeña, aumentan las oportunidades de interacción con los delfines, señaló Courtney Vail, representante para América del Norte y el Caribe de la no gubernamental Sociedad para la Conservación de Ballenas y Delfines, con sede en Londres.

«Menos de cinco a 10 por ciento de los zoológicos y acuarios participan de programas importantes de conservación. El monto dedicado a esos programas es apenas una fracción de los ingresos generados por esas instalaciones», aseguró Vail al ser entrevistada.

Vail desestimó los presuntos beneficios educativos de la simple exhibición o interacción con los delfines. «Los parques acuáticos y acuarios nunca evaluaron objetivamente el impacto y efectividad de sus programas», observó.

«Las evidencias científicas indican que los cetáceos en cautiverio sufren estrés físico y mental extremo, que se manifiesta en agresiones entre ellos y hacia los humanos, aburrimiento, menor esperanza de vida y mayor mortalidad infantil que en la vida silvestre», destacó.


Revolución de biocombustibles entre África y América Latina
Por Luiz Inácio Lula da Silva*
BRASILIA, jul (IPS)
Las discusiones de la Cumbre del Grupo de los Ocho países más poderosos del mundo (G-8) en Heiligendamm, dejaron en claro que el cambio climático, el crecimiento sustentable, las fuentes renovables de energía y el financiamiento del desarrollo son asuntos sobre los cuales los países del Sur deben ser oídos.

Al final de cuentas, nuestras poblaciones son afectadas por esos múltiples desafíos. Más aun, en nuestros países surgen propuestas innovadoras y creativas para enfrentarlos. El aporte de los líderes de Sudáfrica, Brasil, China, India y México (el Grupo de los Cinco) durante la cumbre ampliada del G-8 refuerza la importancia de profundizar un verdadero diálogo Sur-Norte.

África tiene un papel central en este debate. El continente está pasando por profundas transformaciones que sientan las bases para un nuevo ciclo de estabilidad política y dinamismo económico. Son 53 países, vastos recursos naturales y una población joven que aspiran a realizar todo su potencial. Esa África que visité cinco veces durante mi primer mandato y que continuaré visitando, está reforzando sus vínculos económicos, comerciales y políticos con Brasil.

En la Cumbre África-América del Sur de 2005 y en las dos ediciones del Foro Brasil-África exploramos las potencialidades de esa asociación. Los biocombustibles pueden dar una calidad superior a esa alianza.

Brasil tiene una experiencia exitosa, de más de 30 años, en la producción de carburantes que combinan seguridad energética con beneficios económicos, sociales y ambientales.

La mezcla de 25 por ciento de etanol en la gasolina y la utilización de alcohol puro en automóviles “flex-fuel” permitieron reducir en 40 por ciento el consumo y las importaciones de combustibles fósiles. Dejamos de emitir, desde 2003, más de 120 millones de toneladas de gas carbónico, ayudando a combatir el recalentamiento mundial.

Pero el potencial de las biomasas trasciende la generación de energía limpia. La industria del etanol creó 1,5 millones de empleos directos y 4,5 millones de empleos indirectos en Brasil. El programa de biodiésel, en su fase inicial, ya brinda trabajo a más de 250 mil personas, sobre todo a pequeños agricultores de zonas semiáridas.


Los biocombustibles también ayudan a combatir el hambre, aportando ingresos que permiten a las poblaciones pobres adquirir alimentos. Su producción no amenaza la seguridad alimentaria, ya que afecta a dos por ciento de nuestras tierras agrícolas.


Esos programas desalientan las migraciones desordenadas, reducen la saturación de las grandes ciudades y la marginación urbana, así como la presión de los pequeños mineros y los agricultores para arrasar con los bosques autóctonos. Además, la expansión de la caña de azúcar, de la que se extrae etanol, contribuyó a recuperar zonas de pasturas degradadas, de bajo o nulo potencial agrícola.

Por todas esas razones, los biocombustibles tienen una relevancia especial para los países en desarrollo. Dado su enorme potencial de creación de empleos y de ingresos, ofrecen una verdadera opción de crecimiento sustentable, especialmente para los países que dependen de la exportación de escasos bienes primarios.

Al mismo tiempo, el etanol y el biodiésel abren nuevas avenidas de desarrollo, sobre todo en las industrias bioquímicas. Son alternativas económicas, sociales y tecnológicas para países pobres económicamente, pero ricos en sol y en tierras de labranza.

Estoy convencido de que los biocombustibles deben estar en el centro de una estrategia planetaria de preservación del ambiente. Los acuerdos como el firmado por Brasil y Estados Unidos y el que se negocia con países europeos, prevén la instalación de proyectos triangulares, en América Central, el Caribe y África, capaces de unir la tecnología brasileña con las condiciones climáticas y los suelos favorables en esas regiones.

El gobierno y el empresariado brasileños ya ofrecen cooperación técnica para la producción de alcohol y biodiésel en Mozambique, donde un programa de biocombustibles asocia el conocimiento brasileño con el financiamiento británico. Podemos repetir esa iniciativa en toda África subsahariana.

Los combustibles agrícolas pueden ayudar a un mundo sin soluciones para la degradación ambiental y el encarecimiento de la energía. Ofrecen esperanza a los países pobres al combinar crecimiento económico, inclusión social y conservación ambiental. Un valioso aliado, por lo tanto, en el combate a la inestabilidad social y política, a la violencia y la migración desordenada.

Esa revolución sólo ocurrirá si los países ricos abren sus mercados, eliminando subsidios agrícolas y barreras a la importación de los biocombustibles.

ECOBREVES
BRASIL
Naranjas orgánicas paulistas abastecen al mundo
SÃO PAULO.-
De cada 10 vasos de jugo de naranja orgánica consumidos en Europa y Estados Unidos, 8,5 son producidos con frutas procedentes de huertas del norte del estado brasileño de São Paulo, integrantes del Grupo Montecitrus. «Nos equivocamos mucho hasta que llegamos a un sistema ideal de producción sin agrotóxicos», explicó a Tierramérica el ingeniero agrónomo Marcelo de Almeida, que ayudó en la conversión de las huertas de Wanderley, Fábio y Paulo Rodas, principales productores mundiales de naranja orgánica. Las seis mil toneladas de jugo concentrado industrializado anualmente salen de 1,5 millones de árboles plantados en cuatro mil hectáreas. La productividad media es de 42 toneladas por hectárea, superior a la de las huertas convencionales.

Tal rendimiento se obtiene gracias a una tecnología desarrollada por los hermanos Rodas, y que incluye un fertilizante orgánico elaborado con residuos de caña.

CUBA
Preparan manglares para el cambio climático
LA HABANA.-
Especialistas y habitantes de la cubana Ciénaga de Zapata, uno de los mayores humedales del Caribe insular, se preparan para el impacto del cambio climático en sus manglares, formaciones vegetales costeras que cobijan una importante riqueza animal.

Entre el 20 y el 22 de julio, expertos y pobladores tomarán parte de una campaña titulada «Si el clima cambia, los manglares también cambian» en el humedal situado en la provincia cubana de Matanzas.

El programa prevé un taller científico, «del cual esperamos salgan recomendaciones para preservar los manglares, que en este momento son muy saludables», dijo a Tierramérica Julio Haedo, especialista en educación ambiental.

Los manglares contribuyen a atenuar la fuerza de las marejadas, evitando la penetración marina tierra adentro, y sirven también como barrera de contención de la erosión costera.

VENEZUELA
Misterioso derrame de crudo
CARACAS.
– Un derrame de petróleo de origen y volúmenes desconocidos afecta desde el 29 de junio a nueve playas de unos 50 kilómetros en la nororiental península venezolana de Paria, muy cerca de Trinidad y Tobago.

La zona está colmada de proyectos de hidrocarburos líquidos y gaseosos.

«No tenemos información de (la petrolera estatal) PDVSA ni equipos humanos del Ministerio del Ambiente que encaren esta situación», dijo a Tierramérica Rosa Bosch, vicepresidenta de la Sociedad Conservacionista de Güiria, principal población de la zona. Agregó que la mancha de crudo recibió solventes que facilitaron su precipitación al fondo marino.

Wilmer Duque, de PDVSA, descartó que plataformas de su compañía, que operan a más de 16 millas náuticas, hayan provocado el derrame, pero no que  el daño llegase de la vecina Trinidad.

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