Champús, los más caros no son siempre los mejores

Champús, los más caros no son siempre los mejores

Se han analizado ocho champús de uso frecuente para cabello normal, el más barato ofrece la mejor relación calidad precio, por su buena composición y su satisfactoria valoración en la prueba de uso.

Un champú debe lavar el cabello, es decir, eliminar la suciedad formada por el polvo, la grasa y las células muertas. Además, conviene que tenga un aspecto agradable, que sea soluble en aguas duras y blandas, que proteja la grasa natural que preserva el cabello, que deje el pelo flexible, suave y fácil de peinar, que forme abundante espuma, que sea sencillo de aclarar, que presente un pH neutro o ligeramente ácido, que su viscosidad sea adecuada (si no se escurriría entre los dedos o sería difícil de extraer del envase) y que, si por accidente entra en contacto con los ojos, no los irrite.

Los champús son emulsiones más o menos espumantes formadas por agua, agentes detergentes (que componen entre 10% y 20% de su formulación), espesantes (menos de un 4%), conservantes que impiden el desarrollo de bacterias, mohos y levaduras, perfume, agentes colorantes y reguladores del pH. Uno de los efectos de los agentes detergentes (tensioactivos aniónicos y anfóteros), es su efecto desengrasante, que los fabricantes controlan para que el champú no reseque el pelo y el cuero cabelludo. Para ello, añaden suavizantes como los polímeros catiónicos, siliconas y algunos tensioactivos. Otros ingredientes, como las ceras naturales de frutas, las vitaminas, los minerales, las proteínas o la leche hidratante se añaden para distinguir a cada muestra y conferirles propiedades supuestamente positivas.

[b]Cuestión de pH [/b]

El cuero cabelludo sano posee un pH más bien ácido, que ronda el 4, pero el pH del ojo es neutro (7,5). Los fabricantes de champús suelen sacrificar el que su pH se aproxime al del cuero cabelludo para minimizar las consecuencias de un eventual accidente en el que el producto entre en contacto con los ojos.

La viscosidad del champú, por su parte, no debe ser insuficiente, esto es, menos de 2.500 centipoises o cps (el agua destilada tiene 1 cps.) para que el líquido no se escurra entre los dedos, pero tampoco debe ser excesiva (más de 13.000 cps.), para que su dosificación sea sencilla y no cueste extraerlo del envase.

La cantidad de materia orgánica indica el porcentaje de sustancias activas dentro de cada formulación. Se calcula restando las sustancias minerales del extracto seco, que es lo que queda del champú tras eliminar el agua y las sustancias volátiles como el perfume.

[b]La espuma[/b]

El poder espumante es algo que el consumidor puede comprobar a simple vista: es la cantidad, consistencia y estabilidad de la espuma formada. Lo ideal es que el champú cree abundante espuma, que tarde en deshacerse y que se aclare con facilidad. El laboratorio comprobó este parámetro vertiendo una mezcla de producto y agua desde una altura determinada sobre una probeta que contenía un litro de agua caliente y midió la cantidad de espuma que quedaba a los 30 segundos, a los tres minutos y a los cinco minutos.

No sólo es necesario que se forme mucha espuma, sino que ésta debe ser lo más estable posible, lo que se calcula comprobando la diferencia de volumen que hay a los 30 segundos y a los cinco minutos de haber iniciado la prueba.

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