Chapotear en el lodo

Chapotear en el lodo

-El hombre de hoy tiene sobre sí el peso opresor y sofocante del miedo; lo ha sentido a lo largo de la historia; pero ahora es más intenso y no hay remedio a la vista. Se siente miedo frente al policía y al asaltante, frente al político y al hombre de negocios. En todas las ciudades operan “sicarios”, esto es, asesinos a sueldo, a los cuales un delincuente puede dar el encargo de matar a una persona “antes de las elecciones o el día de su cumpleaños”. Estos asuntos no se ventilan en los tribunales de justicia porque los jueces también tienen miedo.
-Los servicios de un “sicario” pueden ser solicitados por razones políticas, de negocios o personales. Celos, controles de mercados, ambiciones de poder, entran por igual en la contratación de asesinos. La violencia ya no es, como se decía en tiempos de Carlos Marx, “partera de la historia”; ahora es más bien “obstructora de la historia”, pues no permite que nada alcance desarrollo y cumplimiento. Los asuntos políticos de Siria están paralizados, detenidos por la violencia que ejercen: Francia, Rusia, EUA; el conflicto interno –político, religioso, económico- no tiene desenlace; la violencia externa neutraliza la violencia doméstica. Los sirios huyen del país aterrorizados.
-El flujo creciente de quienes abandonan el teatro de esa guerra, “inunda y desordena” toda la Europa comunitaria. Los emigrantes que naufragan en el Mar Mediterráneo son dos veces víctimas: primero de la guerra, después, de traficantes que “organizan viajes”. Luego, cuando pisan tierra, empieza el martirio permanente. Ya Alemania, la más poderosa de las economías europeas, ha cerrado sus fronteras. Las crisis de los emigrantes amenaza la Unión Monetaria Europea. Putin y Obama se increpan o acarician, al compás de la música militar de Siria y Ucrania.
-Los países pequeños no pueden escapar indemnes del oleaje, político y económico, que producen las desavenencias de las grandes naciones. Los crímenes de México, las prisiones y fugas del Chapo Guzmán, sus venganzas y amoríos, circulan por las redes sociales de “Internet”. Matanzas realizadas por terroristas, por extremistas religiosos o políticos, nos horrorizan cada día. Chapoteamos en medio de un espeso lodazal –político, social, económico, moral- que nos enferma hasta la médula.

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