Con 92 años y un permanente mensaje de puertas abiertas y tolerancia, Charles Aznavour aprovecha cualquier ocasión para defender esas ideas. “Hay que salvar a la humanidad” de la política y de los artífices de la misma, que, como la ultraderechista Marie Le Penn, “levantan barreras” por “codicia».
“Por esa razón, la única política que me importa es la de los escenarios”, asegura a Efe el veterano cantante, que añade- “Yo abriría las puertas de mi casa a cualquier persona de fuera, porque no hay que negar lo que suma». Orgulloso de sus orígenes armenios, Aznavour volverá a abrir el 31 de enero su concierto en Madrid con “Les Emigrants”, el tema de apertura de sus actuaciones de los últimos años.
Sesenta y cinco años lleva ya sobre las tablas de mayor prestigio del mundo, del Madison Square Garden de Nueva York al Royal Albert Hall de Londres, codeándose con artistas de la talla de Liza Minnelli, Compay Segundo, Elton John, Frank Sinatra, Paul Anka, Céline Dion, Carole King, Plácido Domingo, Raphael, Julio Iglesias o Laura Pausini. Si le preguntan que por qué no se baja de ellas y se toma un merecido descanso, responde “Porque es lo único que sé hacer y no hay nada que me cause tanto placer. Creo que se nota cuando estoy en el escenario».
Mucho ha sentido la pérdida en este 2016 de otros artistas a los que tampoco el paso del tiempo los arrinconó, especialmente la de Leonard Cohen, con el que había medio apalabrado una cena que no llegó a celebrarse. “Siempre es muy triste perder a colegas de profesión con quien uno se entiende bien. Es gente irremplazable”, subraya el autor de éxitos como “Venecia sin ti”, “She”, “La boheme” o “Comme ils disent” (la “primera canción sobre la homosexualidad, escrita 30 años antes que cualquier otro artista”, suele presumir).