Olga Vergés 
A pesar de existir un plan para la recuperación y reconstrucción de Haití, luego del paso del devastador terremoto que arrebató la vida de miles de personas, dejó heridos y miles de desplazados el 12 de enero de 2010, su ejecución no es esperanzadora.
El terremoto ocurrió en momentos en que ese país se enfrentaba a múltiples crisis de carácter económico, político, de seguridad, humanitario y de desarrollo, según explicó el activista William Charpentier, presidente de la Mesa Nacional para las Migraciones y Refugiados.
Citó cómo los niveles de inseguridad incrementaron, incluidos los secuestros y que las bandas pasaron a controlar muchos barrios de la capital Puerto Príncipe, agregándose el asesinato de su presidente Jovenel Moïse y la pandemia por COVID-19, ambos en el 2021.
Recordó, además, cómo los trabajos para reconstruir el palacio presidencial, que debieron haber iniciado en 2020, siguen parados al igual que diversos campos de desplazados transformados en barrios, con un alto nivel de miseria, sin que las alcaldías tengan capacidad para respetar los códigos de construcción.
Mientras, los familiares de las víctimas del terremoto, que dejó más de 200 mil muertos (una cifra revisada a la baja frente a los 300 mil fallecidos de los que se habló en los años siguientes a la catástrofe) y 1.3 millones de personas sin hogar, siguen sin poder hacer el duelo de sus seres queridos.
Para Charpentier, de existir un nuevo Haiti debe iniciar desde el liderazgo haitiano, donde sus habitantes luchen para que las instituciones funcionen desde el punto de vista legal y legítimo, con nuevas autoridades y se respire un país libre de bandas e inseguridades.
Por la conmemoración de los caídos del terremoto este domingo 12, afirmó que la fecha debe servir como reflexión para la comunidad internacional, debido a que el pueblo lo necesita, para llevar a ese país hacia el desarrollo y la paz.
