MONTERREY, México (AP).- Las reuniones presidenciales han sido siempre una oportunidad para mostrar estilos refinados, desde oratoria a modales. La Cumbre Extraordinaria de Monterrey no estuvo libre de ellos, pero quizás sea recordada más por la irreverencia de uno de sus protagonistas: Hugo Chávez.

El presidente de Venezuela no sólo se ha referido con sorna a la reunión, sino que ha dejado plantados a algunos, incluso a un presidente, y se ha dirigido al foro con ademanes e inflexiones de voz que usa sarcásticamente en su programa radial «Aló, Presidente».

Chávez cree que reuniones de esta naturaleza son una pérdida de tiempo y dinero, que sólo lleva a la rutina del saludo, la firma de una declaración, comidas y una foto de sonrientes, pero «no pasa nada».

El estilo del ex teniente coronel del ejército que protagonizó un intento de golpe militar, su retórica anti-estadounidense y su acercamiento al presidente cubano Fidel Castro, han motivado la incomodidad de Estados Unidos.

Funcionarios del Departamento de Estado lo han criticado directamente. En la cumbre, el presidente George W. Bush, hablando en la asamblea, lo hizo indirectamente cuando pidió a los presidentes «llevar esperanza y fortaleza a los que luchan por la preservación de sus derechos divinos», sea en Venezuela, Haití o Bolivia.

«Y mediante nuestro ejemplo democrático, debemos continuar al lado del valiente pueblo de Cuba, que por casi medio siglo ha resistido tiranía y represión», dijo Bush.

Chávez usó el turno que le dio el presidente Vicente Fox en la primera sesión de trabajo el lunes por la noche para responder las acusaciones estadounidense de que junto con Castro estaba desestabilizando democracias en la región, particularmente Bolivia, Ecuador y Uruguay.

«Yo no tengo nada que ver con eso», dijo apelando a su estilo de levantar las manos y señalar con el índice hacia abajo, como un banderilleo que encara al toro en una tarde de lidia. «El gran desestabilizador en la región es el neoliberalismo».

Mencionó más bien en varias ocasiones a Cuba, el país ausente de la Cumbre, para agradecerle a Castro su ayuda a Venezuela en programas de alfabetización y salud pública.

Mirando de reojo a Bush, pidió a los gobernantes reconocer que las actuales políticas económicas, que responden a instituciones de Washington, causaban «sólo miseria».

Cada vez que sus palabras llevan cierta dureza, Chávez cita personalidades, títulos literarios y hasta acontecimientos históricos para suavizarlas. Pero, nada borra lo dicho.

En su intervención en la Cumbre de Monterrey, Chávez citó hasta en dos oportunidades al presidente peruano Alejandro Toledo. «Si Toledo lo dice, es así; él es un doctor en economía», afirmó.

Una de las frases de Toledo fue: «El optimismo no es incongruente con una alta dosis de realismo».

Chávez dijo en su intervención que Fox le «sorprendió» al darle la palabra.

«Yo ya había guardado todo (el material)», dijo Chávez dirigiéndose a Fox y señalando la voluminosa carpeta cerrada, algo desordenada, que estaba a su lado.

Chávez había tenido prevista una conferencia en un colegio universitario, pero no se presentó. Dijo que iba a saludar a las decenas de manifestantes callejeros que protestaban contra la reunión, pero no lo hizo. Según la televisión local, Chávez fue el único que boicoteó la cena de gala, y tampoco se presentó a una entrevista con Fox.

Esta no es la primera vez que Chávez asiste a una cumbre americana. Estuvo por primera vez en Quebec, Canadá, en el 2001, en que también se encontró con Bush. Chávez tenía ya dos años en el gobierno. Bush tres meses.

Bush salió incomodado por Chávez de esa cumbre luego que el venezolano firmara «con reservas» la declaración que puso en la ruta final hacia el 2005 el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y sentó las bases de la Carta Democrática Interamericana.

Chávez es ahora un tenaz opositor del ALCA. Pero tiene algo que agradecer a la Carta: fue activada por primera vez por los presidentes latinoamericanos en San José para devolverle la presidencia de la cual había sido destituido en abril del 2002.