CARACAS (AFP).- Venezuela y Colombia se mostraron este sábado satisfechos por el fin de la crisis diplomática que desató la captura del «canciller» de las FARC Rodrigo Granda y en el que medió activamente la comunidad internacional. «Es una buena noticia para nuestras patrias», dijo el presidente colombiano, Alvaro Uribe, y deseó que el acuerdo plantee la posibilidad de ampliar la lucha conjunta de ambos países contra el terrorismo.

El vicepresidente venezolano, José Vicente Rangel, aseguró en un comunicado que la «manera positiva» como se resolvió el impasse entre Caracas y Bogotá, «demuestra que tenemos la capacidad de solucionar situaciones difíciles de la mejor manera».

El fin del conflicto contó con la mediación de Brasil, Perú, España y México y un activo rol conciliador del presidente cubano Fidel Castro -principal aliado de Chávez en la región-, según confió este sábado a la AFP una fuente diplomática en Bogotá.

De acuerdo al diario bogotano El Tiempo, Castro tuvo un rol discreto pero decisivo en la solución del impasse binacional, al enviar a Caracas a su canciller Felipe Pérez Roque para conversar con Chávez.

Esta mediación facilitó a Bogotá dar por «superada» la crisis con Caracas en un comunicado el viernes, en el que también anunció un encuentro el 3 de febrero entre los presidentes Alvaro Uribe y Hugo Chávez en Venezuela.

En el escrito, Colombia expresó «su mayor disposición para revisar los hechos» relacionados con la captura de Granda, que desató su peor diferendo diplomático y comercial con Venezuela en los últimos veinte años, según analistas.

La crisis golpeó especialmente a las poblaciones fronterizas de Colombia y Venezuela, cuya línea limítrofe es de 2.219 km, con la escasez de combustible, la restricción del comercio bilateral y la paralización en la construcción de un oleoducto trasnacional.

La crisis se había desatado tras la captura de Granda, el 13 de diciembre pasado, que según Bogotá se realizó en la ciudad colombiana de Cúcuta tras el pago de una recompensa, pero Caracas aseguró que el rebelde fue secuestrado en la capital en un operativo que violó su soberanía y en el que se sobornó a militares venezolanos.

Como protesta, Venezuela llamó a consultas a su embajador en Colombia a comienzos de mes y congeló los proyectos económicos entre ambos gobiernos, hasta tanto Uribe no diera una disculpa pública.

Lejos de ofrecer disculpas, Bogotá acusó a Chávez de ser permisivo con miembros de grupos armados de su país y entregó a Caracas una lista de guerrilleros colombianos que estarían operando en Venezuela, desestimada posteriormente por Rangel.

Chávez respondió congelando las relaciones con Colombia hasta tanto Bogotá no admitiera su «error» en la captura de Granda y acusó a Washington de provocar el conflicto binacional para frenar la integración latinoamericana y enfrentar al pueblo colombiano con el venezolano.

En un intento por bajar las tensiones, Brasil y Perú enviaron delegados a Caracas para entrevistarse con Chávez, mientras el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se reunió con Uribe en la ciudad colombiana de Leticia, donde hablaron del conflicto.

En medio de los esfuerzos diplomáticos, Washington oficializó el 24 de enero su respaldo a Colombia por el caso Granda y llamó en un comunicado a los países latinoamericanos a presionar a Caracas para que renuncie a «todo vínculo» con las FARC.

Venezuela criticó la postura de Washington y le acusó de impulsar una «provocación sistemática» contra el gobierno de Chávez, mientras le pidió a Bogotá no ser «instrumento» de sus políticas en América Latina.

A pesar de esto, los contactos diplomáticos prosiguieron el miércoles en Lima con una reunión entre cancilleres de Colombia y Venezuela bajo los buenos oficios del canciller peruano Manuel Rodríguez, que concluyó aparentemente sin acuerdos.

Sin embargo, Rodríguez confío a la AFP que en la reunión ambos cancilleres esbozaron el acuerdo con el que se dio por concluido el conflicto bilateral.