Chifles de carnaval

<P>Chifles de carnaval</P>

Parece que uno de los efectos principales de la política es “poner el mal en marcha”.   Esta frase terrible la echó a rodar William Shakespeare por boca de uno de sus personajes.  Para que el mal “se ponga en marcha” es necesario que los discursos políticos sean elocuentes; que las argucias retóricas de oradores y publicistas seduzcan multitudes y las empujen hacia objetivos engañosos.  Las campañas políticas son semejantes a las fiestas de carnaval. En ambos casos se ven cintas de diversos colores, serpentinas, banderines ondeando; se escuchan músicas estrepitosas y estribillos cacofónicos.  Las comparsas usan máscaras o antifaces.  Las caretas suelen ser monstruosas, con dientes largos y cuatro chifles satánicos.

 Las famosas caretas  del carnaval de La Vega o el de Santiago –las tradicionales de Pueblo Nuevo y Los Pepines-, tienen muchos cuernos.  Como todos saben, esos chifles amenazantes se construían antes con papel de periódicos machacados y engrudos aglutinantes.  Cualquier aguacero podía ablandarlos y diluir sus brillantes colores.  Dentro de cuernos de vaca –bien pulidos, guarnecidos y provistos de tapas-, podemos guardar pólvora, llevar vino o píldoras afrodisiacas.  Para cualquier cosa sirve un chifle, sea de vaca real o de máscara de carnaval.

 Los partidos mayoritarios, que ahora libran una “guerra de excrementos”, no saben lo que podrían desatar con tantos chifles y disfraces de oportunidad.  El tema de Haití es uno de los asuntos más sensibles para los dominicanos, sin distinguir  clases sociales.  No sería conveniente “soltar demonios nacionalistas” de  este lado de la frontera. Y del lado Oeste, es igualmente peligroso tocar sentimientos anti dominicanos que entorpezcan las buenas relaciones entre dos pueblos con culturas distintas y una larga historia de enfrentamientos.

 En Santo Domingo hay muchas personas que saben leer tazas con restos de café y barajas francesas o españolas; si logran leer intrincados textos de naipes y café azucarado, es verosímil que también lean las caras de los funcionarios, dominicanos y haitianos.  La cara del canciller Morales Troncoso durante el acto público sobre el complot contra el Presidente Martelly fue sumamente expresiva.  Las caras de los funcionarios haitianos en la ceremonia de donación de la Universidad Henry Christophe, fueron aún más expresivas.  Ojalá que el mal no esté en marcha.

 

 

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