Chiítas iraquíes quieren democracia

Chiítas iraquíes quieren democracia

NUEVA YORK. Durante siete meses, Estados Unidos ha tratado de eludir dos preguntas cruciales sobre el futuro de Irak: ¿Cuánto control tendrá la mayoría musulmana chiíta del país sobre la redacción de una constitución? Y ¿cuán islámica será esa constitución?

Las respuestas podrían determinar si Irak se convierte en una democracia multipartidista, una teocracia islámica, o incluso se desliza en una guerra civil.

La semana pasada, esos interrogantes cobraron nueva urgencia. El Gran Ayatola Alí Husseinin al Sistani, el líder religioso chiíta más importante en Irak y probablemente el más poderoso líder local de cualquier tipo, dijo que se oponía al plan estadounidense para entregar el poder a un gobierno iraquí el año próximo sin elecciones directas.

Al Sistani tiene vasta influencia sobre los 15 millones de chiítas de Irak, y hasta ahora los ha exhortado a mostrar paciencia con la ocupación. Pero ha insistido en que delegados elegidos por el voto popular redacten la constitución de Irak y aprueben a su nuevo gobierno.

«Nadie tiene el derecho a designar a los miembros de la asamblea constituyente», dijo hace varias semanas, en una declaración en respuesta a preguntas por escrito. «No vemos alternativa salvo recurrir al pueblo para que elija a sus representantes».

Esa opinión ha abierto una disputa entre la mayoría chiíta, aproximadamente 60 por ciento de la población de Irak, y los musulmanes sunitas y los curdos, cada uno de los cuales representan 20 por ciento de la población. (Los curdos, que dominan el norte de Irak, son sunitas pero tienen poco en común con los sunitas árabes, quienes dirigieron Irak bajo el régimen de Saddam Hussein y quienes son mencionados usualmente sólo como sunitas.) ni Estados Unidos puede permitirse ignorar la posición chiíta, dicen analistas.

Los líderes chiítas «tienen una cantidad tremenda de influencia», dijo Kenneth Katzman, analista de asuntos iraquíes para el Servicio de Investigación Congresional. «Pueden desencadenar importantes manifestaciones de cientos de miles de personas con sólo dejar caer un sombrero».

Además, es poco claro si Estados Unidos, cuyos motivos para invadir Irak son considerados con escepticismo por muchos, sentirá que puede oponerse a un claro llamado en favor de la democracia popular, exactamente lo que Estados Unidos dijo que quería llevar a Irak.

Estados Unidos y el Consejo de Gobierno que designó acordaron el 15 de noviembre que los miembros del consejo y los gobiernos locales elegirían una asamblea en junio próximo para seleccionar un gobierno iraquí provisional. Ese gobierno entonces redactaría una constitución. El proceso probablemente acallaría la influencia de Al Sistani y los otros tres grandes ayatolas chiítas que viven en Najaf, unos 160 kilómetros al sur de Bagdad. El miércoles, sin embargo, Al Sistani, a través de un portavoz, dijo que no apoyaría un gobierno interino a menos que fuera elegido por medio de una votación popular. En un esfuerzo por alcanzar un compromiso, Jalal Talabani, el presidente curdo del Consejo de Gobierno, viajó el jueves a najaf para reunirse con el ayatola.

Un destacado funcionario de la coalición en Irak, hablando a condición del anonimato, dijo el viernes que la coalición encabezada por Estados Unidos no se oponía en principio a elecciones directas pero no creía que pudiera estar lista para realizarlas en junio. Pero el funcionario señaló que la coalición no aprobaría automáticamente elecciones directas aun cuando se pudieran solucionar los problemas de procedimiento. «Sería algo sobre lo que hablaríamos», dijo.

Pero alcanzar un compromiso podría ser difícil. Saddam, sunita, empobreció a gran parte del sur chiíta iraquí, y encarceló o mató a muchos líderes chiítas. Ahora los chiítas quieren una cantidad de poder proporcional a su número, que es precisamente lo que temen curdos y sunitas. Además, Estados Unidos está preocupado de que muchos de los clérigos chiítas de Irak estén apoyados por la teocracia iraní anti estadounidense.

Para asegurarse de que sus seguidores comprendan el asunto, los clérigos chiítas en todo el sur han hecho proselitismo durante meses sobre la importancia de la constitución, mientras que las mezquitas ofrecen a los fieles panfletos que explican el tema.

Luego está la propia constitución. No obstante que sean elegidos, los delegados chiítas, sunitas y curdos tendrán que equilibrar el conservadurismo de los chiíta con el relativo liberalismo de los sunitas y curdos. Interrogantes críticos incluyen los derechos de las mujeres; si clérigos superiores pueden desechar las leyes aprobadas por un parlamento elegido; y cuán apegadamente seguirá la ley iraquí a la ley sharia del Corán.

«Totalmente permitimos a las mujeres salir y trabajar», dijo el jeque Alí al Najafi, el hijo y portavoz de Bashir al Najafi, uno de los grandes ayatolas, en una entrevista el mes pasado. «Pero trabajar en empleos que respeten su dignidad».

Los ayatolas chiítas dicen que quieren que cualquier constitución esté basada estrechamente en la ley islámica, mientras respete los derechos individuales y de las minorías. Lo que eso signifique en la práctica es menos claro, y quizá no sea totalmente del gusto de Estados Unidos.

Al Sistani ha dicho que la constitución debería garantizar las libertades individuales en tanto sean congruentes «con los hechos religiosos y los valores sociales del pueblo iraquí». Al mismo tiempo, dijo que líderes elegidos, no clérigos, deberían tener la autoridad final para formular las leyes en un Irak democrático. «La autoridad será para la gente que obtenga la mayoría de los votos», dijo en respuesta a preguntas el mes pasado.

Zanjar la brecha entre los valores islámicos y las opiniones occidentales de los derechos humanos no será fácil, dijo Noah Feldman, profesor asistente de la Universidad de Nueva York y experto en derecho islámico que está asesorando a Irak en el proceso de redacción. Pero Feldman dijo que creía que los clérigos no demandarían una teocracia estilo iraní.

«Va a ser difícil y delicado, pero va a ser solucionable, porque al final los clérigos chiítas están abiertos a un estado que sea democrático pero también respetuoso del islamismo», dijo Feldman. «Nadie en torno a Sistani está pidiendo el ‘Régimen de los clérigos»’.

Quizá no, pero el funcionario de la coalición reconoció que la coalición tendría poco control sobre una asamblea elegida y que podría resultar en un gobierno poco amistoso hacia Estados Unidos.

«Hay algunas personas que pienso en principio están preocupadas por los chiítas», dijo. Sin embargo, la coalición tiene poca opción salvo actuar rápidamente para entregar el poder a los iraquíes, dijo. «A nadie le gusta la ocupación».

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