El cambio de Constitución fue una de las principales demandas durante las protestas que estallaron en octubre de 2019 en Chile.
La actual Carta Magna chilena data de 1980 y, aunque fue modificada varias veces, es criticada por ser herencia del régimen militar de Augusto Pinochet y por consolidar un papel residual del Estado en la provisión de servicios básicos.
Así, en octubre de 2020 los chilenos aprobaron por una abrumadora mayoría (casi el 80%) cambiar esta Constitución. Y este fin de semana deberán elegir a los 155 representantes de la Convención Constituyente que tiene la misión de escribir el nuevo texto.
A continuación, en BBC Mundo te explicamos en detalle qué se vota y por qué es importante para el resto de América Latina.
Este 15 y 16 de mayo, los chilenos deberán elegir, de entre casi 1.300 candidatos, a los 155 representantes de la Convención Constituyente, que tendrá como misión redactar una nueva Constitución.
El órgano será electo bajo un mecanismo de paridad de género único en el mundo, que garantizará un mínimo de 45% de mujeres. Los pueblos indígenas, en tanto, tendrán 17 escaños reservados.
La asamblea contará con 9 meses para presentar un nuevo texto constitucional, pudiendo ser ampliado por 3 meses más en una sola oportunidad. Luego, a mediados de 2022, los chilenos se someterán a un nuevo plebiscito de salida para aprobar o rechazar el nuevo texto constitucional propuesto.
Además de las elecciones de constituyentes, Chile también votará por alcaldes y concejales para las 346 comunas (municipalidades) que integran el país y, por primera vez desde el retorno a la democracia, los ciudadanos elegirán a gobernadores para sus 16 regiones.
La jornada electoral genera fuerte expectación en el país liderado por el presidente Sebastián Piñera. El apoyo a las distintas fuerzas políticas, el nivel de participación y el funcionamiento del método electoral paritario inédito en el mundo son algunas de las claves que marcarán la jornada.
En las últimas décadas, el modelo chileno fue ampliamente elogiado. Se decía que era un oasis dentro de América Latina, un milagro económico.
Y las cifras macroeconómicas lo respaldaban: el país sudamericano no solo mantuvo su Producto Interno Bruto (PIB) en un nivel superior a la media de la región, sino también logró reducir considerablemente la pobreza y se caracterizó por su «estabilidad» tanto económica como política.
En consecuencia, varios países latinoamericanos —como Perú, Colombia, México o Ecuador— miraron de cerca lo que hacía Chile, intentando incluso imitar algunas de sus «reformas neoliberales». Un claro ejemplo es el sistema previsional creado en esta nación, basado en las administradoras privadas de fondos de pensiones (AFP), que después fue reproducido por otras naciones de la región y del mundo.
Pero en octubre de 2019, los chilenos salieron a las calles a protestar pues dijeron sentirse «abandonados» por el Estado, reclamaron por la desigualdad imperante en la sociedad y denunciaron «abusos» del sistema. El cambio a la Constitución, entonces, apareció como la única salida para reformar este sistema que, para muchos, había terminado por convertir a Chile en una «empresa privada».
Pero en octubre de 2019, los chilenos salieron a las calles a protestar pues dijeron sentirse «abandonados» por el Estado, reclamaron por la desigualdad imperante en la sociedad y denunciaron «abusos» del sistema. El cambio a la Constitución, entonces, apareció como la única salida para reformar este sistema que, para muchos, había terminado por convertir a Chile en una «empresa privada».
«Este modelo se importó en varios países de la región y debería comenzar a discutirse con mucha fuerza en lugares como Colombia, Perú o Ecuador. Por lo tanto, Latinoamérica debe estar atenta a cuánto del modelo chileno va a sobrevivir después del cambio constitucional», explica a BBC Mundo Lucía Dammert, socióloga peruana y experta en asuntos latinoamericanos.
Una opinión similar comparte el profesor y politólogo argentino experto en política constitucional comparada Gabriel Negretto.
«La crisis política y social que emergió en octubre de 2019 puso en cuestionamiento a una de las democracias más sólidas de la región, un modelo político y económico que en términos comparados fue de los más exitosos de América Latina. Por eso, este proceso constituyente es muy relevante para todo el continente», dice a BBC Mundo.
La clave, dicen los académicos, estará en el rol que se le asignará al Estado en la nueva Constitución. Actualmente, este tiene un rol «subsidiario» y se apunta a que tenga uno más protagónico en lo social, garantizando derechos como la salud o la educación.
«Esa será una señal poderosa para países de América Latina, donde claramente el Estado ha estado ausente y se ha notado mucho con la pandemia», dice Dammert.
Chile se convertirá en el primer país del mundo en crear una Constitución con paridad de género.
Esto puede configurar un ejemplo importante en la región no solo porque reconoce el derecho de las mujeres a participar en igualdad de condiciones, sino porque también representa una oportunidad para escribir una Carta Magna con enfoque de equidad.
«La agenda del feminismo va a ser muy central y eso va a ser algo innovador, que va a tener interesantes resultados para América Latina y el mundo en el sentido de qué pasa cuando las mujeres están sentadas en igualdad de condiciones para redactar las nuevas reglas de una sociedad», explica a BBC Mundo Marcela Ríos, representante asistente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Chile.
«Será el primer proceso constituyente que ocurre después de la primavera feminista, después del movimiento mundial feminista. Y eso es muy importante», agrega Ríos.
De esta manera, expertos creen que la nueva Constitución chilena podría tocar temas que históricamente han quedado pendientes como la igualdad de salario, la repartición de carga de los cuidados o el acceso igualitario de las mujeres al poder.
Claudio Fuentes, académico de la escuela de Ciencia Política de la Universidad Diego Portales, cree que la Carta Magna «podría establecer la equidad de género como un principio».
«Podría establecer la igualdad de hombres y mujeres como principio transversal a las distintas políticas del Estado. Y esa puede ser una innovación interesante para el contexto latinoamericano y mundial», señala a BBC Mundo.