Chile se debate sobre plan para aprovechar su potencial energético de la Patagonia

<p>Chile se debate sobre plan para aprovechar su potencial energético de la Patagonia</p>

Por ahora, las increíblemente luminosas aguas turquesa del río Baker fluyen libremente a través de los ásperos cañones del lejano sur de Chile. Pero este ambiente silvestre no quedará al margen por mucho tiempo más, si siguen adelante los planes de un proyecto hidroeléctrico de US$4 millardos (_3 millardos, £2 millardos), que inundaría cerca de 90 kilómetros cuadrados.

Los defensores del medio ambiente están en armas. Aunque Chile enfrenta serios desafíos para cumplir con las crecientes demandas de energía de su economía en rápido crecimiento, ellos dicen que las grandes represas no son la respuesta, y arruinarán el potencial turístico, cuando la mitad de la superficie está ocupado por parques nacionales y reservas naturales.

“La inundación de la Patagonia está en riesgo. Nuestros paisajes cambiarán irreversiblemente”, dice Sara Larraín, jefe de Chile sostenible, y una ex candidata presidencial, que también cuestiona seriamente una línea de transmisión de 2,000 km, cuyos pilares horadarán su senda hasta Santiago, donde se consumirá la energía.

Las cuatro presas planeadas por una entidad conjunta entre ENDESA Chile, una subsidiaria de ENDESA, de España, y la chilena Colbún, añadirían 2,400 MW a la capacidad actual de Chile de cerca de 12,000 MW, que según los expertos necesita duplicarse durante la próxima década para sostener los niveles de crecimiento.

Sin embargo, Larraín teme que la construcción de estas presas deje la puerta abierta para nuevos proyectos en la región de Aysén, que cuenta con una de las mayores reservas de agua potable en el mundo, y que se considera tiene capacidad hidroeléctrica de más de 8,000 MW. Ya Falconbridge está planeando instalar una planta hidroeléctrica cerca.

Karen Poniachik, la ministra de Energía, alega que Chile no puede permitirse el lujo de no utilizar sus propios recursos energéticos. En una entrevista con el Financial Times sobre el impacto del proyecto Aysén en el medio ambiente y en la comunidad local, PoninachIk respondió: “¿Y qué hay con los costos ambientales, sociales y políticos, si Chile no tiene energía?”.

Chile ha tenido problemas desde que la escasez energética de Argentina la obligó en 2004 a reducir las exportaciones de gas natural a su vecino, que depende del gas argentino para una tercera parte de la generación de electricidad. En consecuencia, Chile considera que tiene que diversificar sus fuentes e incrementar la autonomía para garantizar la seguridad del suministro y de los precios. “La seguridad energética tiene un precio, pero no tener energía tiene uno mucho más alto”, dice Poniachik. “Necesitamos energía para seguir creciendo”.

La ministra señala que la hidroelectricidad -que hoy día representa 40% de la generación de electricidad en Chile- es barata, limpia y confiable, particularmente en la región de Aysén, que cuenta con los niveles más altos de lluvias del país.

Las alternativas principales -carbón mineral y gas natural líquido- son más caras y más sucias, mientras que otras formas de energía renovable siguen siendo insignificantes. De todas formas se están introduciendo incentivos y Chile cuenta con recursos e energía geotérmica significativas, y pudieran generar al menos 4,000 MW, aunque son costosas y complejas de desarrollar.

También está claro que si bien los países vecinos pueden tener reservas considerables de gas natural, no se puede depender de estos. Argentina está batallando por suplir su propio mercado, mientras que está pendiente un acuerdo con Bolivia, que sigue negándose a tratar con Chile por la disputa centenaria por la frontera.

Todo esto incrementa la presión para que el agua sea explotada y, en verdad, muchos la ven como un recurso nacional similar al cobre. El jefe ejecutivo de ENDESA, de Chile, Rafael Mateo, confía en que el proyecto siga adelante, si todas las partes relacionadas lo desean, aunque el impacto ambiental sigue siendo analizado y la construcción no empezaría hasta 2008.  “Es un proyecto de interés para todo el sistema eléctrico nacional, empleando recursos chilenos que son renovables y económicos, que ayudarían a mantener los precios actuales de la electricidad”, dijo.

Pero a la comunidad local le importan poco los beneficios para el país en conjunto, de acuerdo con Christian Núñez, alcalde de Cochrane, una población aislada de 2,800 personas cerca de las locaciones de dos de las cuatro presas. “Hablando en términos económicos, las presas podrían traer grandes beneficios”, admite, señalando las oportunidades de empleo y mejoras en la infraestructura que traería.

Pero la opinión local está dividida y muchos temen las consecuencias sociales del desarrollo, y albergan profundas sospechas sobre los intereses del sector privado.

“¿Cómo vamos a proteger nuestras bellezas naturales y no dejarlas en las manos de aquellos que las quieren explotar de forma tal que solo van a beneficiar a los grandes negocios?”, pregunta un sacerdote local, el padre Bernardino Sanello.

Realmente, no sería la primera vez que un proyecto de ENDESA ha tenido oposición. Su planta hidroeléctrica de Ralco, algo más al norte -hasta hoy, la mayor de Chile- tuvo contratiempos cuando los ambientalistas e indios nativos cuyas comunidades fueron desplazadas unieron fuerzas en protesta.

“Para mí, ENDESA es como Satanás”, dice Marcos Díaz, fundador de Defensores del Espíritu de la Patagonia, para detener el proyecto hidroeléctrico. “Esta es una batalla entre el Bien y el Mal”.

VERSION IVAN PEREZ CARRION

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