Pekín.– China dice hoy adiós a más de dos milenios de control estatal sobre la sal, el monopolio más antiguo del mundo, con una liberalización que se espera que abarate este producto básico, pero que destaca, ante todo, por su gran carga simbólica.
El fin de este monopolio no sólo implica que el país que más sal consume del mundo levante los controles sobre los precios y la distribución que han durado más de 2.000 años, sino que también desmantela una gigantesca burocracia que incluye una red oficinas locales de la industria salinera y un cuerpo policial específico.
Tantos intereses creados alrededor de la sal ayudan a entender por qué, a pesar de que el Gobierno chino trataba de liberalizar el sector desde comienzos de siglo, ha pasado mas de una década hasta que finalmente lo ha conseguido.
“La reforma no se pudo realizar antes porque había muchos grupos de presión que no lo permitían. Para empezar, la empresa de la sal veía que, si se hacía, perdería sus ganancias y retrasaría pago de los salarios, lo que llevaría al descontento de los empleados”, dice a Efe Zou Jialai, un abogado chino pionero en casos antimonopolio.
“Hace más de diez años que se planteó acabar con el monopolio, pero la Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo (el órgano de planificación económica) la vetaba una y otra vez citando razones como la preocupación por la seguridad alimentaria”, explica Zou.