BEIJING— China ordenó a los habitantes de la ciudad sureña de Baise que se quedaran en casa y suspendió las conexiones de transporte, en medio de un brote de COVID-19 asociado al menos en parte a la variante ómicron del coronavirus.
Se suspendieron las clases, se cerraron los negocios no esenciales y se ordenaron pruebas masivas a la población. Los restaurantes sólo podían servir a domicilio. Los semáforos se cambiaron a rojo fijo para recordar a los conductores que se quedaran en casa.
El martes se reportaron 135 casos en la ciudad, y al menos dos de ellos se confirmaron como ómicron, según las autoridades de salud.
La ciudad se ha sumado a los lugares confinados dentro de la política china de tolerancia cero para combatir la pandemia. La estrategia requiere aplicar estrictas medidas en cuanto se detectan aunque sólo sean unos pocos casos.
Las autoridades están muy preocupadas por evitar brotes durante los Juegos Olímpicos de Invierno, que se están celebrando en Beijing. El martes no se reportaron casos nuevos en la capital china.
Más de 30 deportistas de las justas olímpicas estaban en recintos de aislamiento tras dar positivo en coronavirus, según dijeron los organizadores el martes. La estancia media en aislamiento eran 7 días.
Baise tiene un centro urbano de unos 1,4 millones de habitantes, a los que se suman otros tres millones en la zona rural circundante, junto a la frontera con Vietnam.
Medios estatales reportaron demoras en los controles aduaneros en los pasos fronterizos de Longbang y Pingmeng, lo que causó más problemas en el comercio transfronterizo. Las complicaciones ya han supuesto fuertes pérdidas para productores vietnamitas de fruta, que obtienen buena parte de sus ingresos en el mercado chino.
Los primeros casos en Baise se reportaron el sábado tras los festejos del Año Nuevo Lunar, cuando muchos chinos hacen largos viajes a sus localidades de origen. Por tercer año consecutivo, el gobierno pidió a la gente que se quedara en casa para evitar una gran expansión del virus, aunque esas peticiones sólo redujeron ligeramente el número de desplazamientos.
Pese a los ocasionales brotes localizados, China ha mantenido en gran parte bajo control la pandemia con cuarentenas, pruebas masivas, rastreo de contactos, mascarillas obligatorias y otras medidas estrictas. Casi el 85% de la población ha completado su vacunación, según Our World in Data, aunque se han expresado dudas sobre la efectividad de las vacunas chinas, especialmente contra la variante ómicron del virus.
Las autoridades chinas de salud dicen que la aparición de nuevos brotes pese a la alta tasa de vacunación justifica mantener la estrategia de tolerancia cero y las cuarentenas para viajeros llegados del extranjero.
Al mismo tiempo, se han levantado las cuarentenas impuestas en diciembre y enero sobre millones de personas en ciudades del norte y el centro del país.
China ha reportado un total de 106.524 casos de COVID-19, con 4.636 muertes. En este momento hay 1.473 personas en tratamiento por la enfermedad.