El análisis geopolítico no se trata de criticar a uno o defender a otro. Se trata del raciocinio de una información para poder distinguir la relación cierta entre causa y efecto. En nuestro mundo se está a expensas de ser víctima de confusión si nos limitamos a “consumir” noticias sin contextualizar ni poner los hechos en el lugar preciso en espacio y tiempo. Los intereses geopolíticos se agravan ante un ambiente mediático con preferencias ideológicas preponderantes y deterioro de un periodismo de investigación serio y sin “tufos” de intención en medios internacionales. Necesaria una real democratización de la información.
No es precisamente China la que pasea navíos de combate por mares adyacentes ajenos, ni construye redes de bases militares, ni critica sistemas políticos de otros ni mucho menos la que pretende que los demás asuman sus propios valores heredados de tradición y cultura milenaria.
Sí, el país se esfuerza en el desarrollo en todos los frentes racionales del siglo XXI, sin intentar frenar a otros, obstaculizarle su propio desarrollo y, muy por el contrario, clama por edificar un “futuro compartido” sin mortificarse ni acomplejarse por la riqueza y poder que ostente la competencia. Apenas asumió la presidencia, el presidente Biden dijo públicamente que China quería ser “rica y poderosa” y que él no lo permitiría durante su mandato. Comprendiendo después lo feo que sonó, ha querido enmendar la página, pero lo dicho está y los hechos son los hechos.
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Se ha construido una diatriba en la que se responsabiliza a Beijing de todos los males imaginables y la imaginación ha sido rica y variada sin que hagan falta pruebas. El objetivo es crear problemas y tensiones internas. Ante la incapacidad de poder cambiar la situación nacional, como reconoció el secretario Blinken, se enfocan entonces en “cambiar el entorno” y ello se evidencia en la creación de grupos amenazantes y distribución de armamento sofisticado hostil. ¿Quién se despreocuparía de un “entorno” así? ¿Cómo reaccionaría EEUU si China entregase masivamente armamento moderno a Cuba? Algo que, por demás, tratándose de dos naciones independientes, uno tiene derecho a entregar y el otro a recibir. Armarían un escándalo, pero quieren que en Beijing miren a otro lado. ¿Y si China estimulase a los “grupúsculos independentistas” en California, Texas o Georgia?
Taiwán es parte inalienable de China, reconocido por EEUU aunque últimamente crea una brecha entre dichos y hechos. El mayor aporte que puede hacer Washington es invitar a buscar solución negociada y no atizar otro conflicto.