Por más de un año todo el mundo ha estado atento al fuerte enfrentamiento comercial escenificado entre Estados Unidos y China debido a las serias consecuencias que está teniendo la confrontación a nivel de la economía mundial. Ambas partes, con toda seguridad, de tener reclamaciones legítimas que exigirse mutuamente debieran optar por negociaciones. En verdad, el problema es que lo que está detrás es la lucha por el liderazgo en tecnología e inteligencia artificial. Hace solo unos días el Departamento de Comercio redactó una “lista negra” de 28 compañías chinas con las cuales prohíbe, o limita las transacciones y especialmente el suministro de componentes tecnológicos. De ellas, 20 son entidades públicas de la esfera de la defensa y advirtieron que podrían ampliar esa lista inicial. No importa los argumentos referidos para justificar la acción – violación de derechos humanos, amenazas a la seguridad nacional, etc. -, el trasfondo se enfoca en hacer daños y poner trabas al desarrollo de la tecnología china que es vista como una amenaza a la supremacía norteamericana. El mismo quehacer que se viene aplicando a Huawei y otras compañías tecnológicas de esa nación.
Sin dudas, el gran pecado chino es su acelerado e innovador avance en varias ramas tecnológicas de punta con futuro estratégico. Los expertos internacionales reconocen que China parece haber logrado un sistema de comunicaciones “inhackeable” basado en criptografía cuántica, enfoque que significa un cambio radical con relación a la encriptación tradicional. Esos especialistas señalan que las investigaciones en esta rama no son nuevas y no parece que China tenga ventaja sobre la competencia, pero que sí la tienen en el campo de aplicaciones en que se ha involucrado. En 2016 Beijing puso en órbita un satélite con capacidad cuántica para comunicaciones desde enormes distancias. Muchos analistas internacionales advierten que China lidera la construcción y experimentación con aplicaciones reales y que cuando llegue al mercado su tecnología, los bancos internacionales serán inmediatamente sus clientes. El desarrollo de la tecnología cuántica es una revolución en la forma de procesar la información.
Todo ello, y mucho más, es parte del propósito explicito chino de convertirse en la estrella mundial de la inteligencia artificial. Con miras a llegar a ese escalafón en 2030 se prevé una inversión de 150 mil millones de dólares y a partir de este 2019 la inteligencia artificial se incluirá en todos los colegios. Para el desarrollo de la Inteligencia Artificial hacen falta recursos y metadatos y China dispone de la mayor base mundial de datos por lo que no quiere en su territorio a las gigantes tecnológicas estadounidenses para no compartir, al menos por el momento, información valiosa, respuesta al bloqueo al que se le somete. Todos esos datos requieren una infraestructura esencial para su movimiento y la tecnología que parece capaz de afrontar tal desafío es la 5G de la que casi todo el mundo cree que también ahí Beijing es líder. China no escatima recursos financieros para avanzar en su objetivo sobre la inteligencia artificial, consciente de que es la “tecnología que dominará al mundo”. Demasiado desafío global.