China hizo historia hoy al alunizar con éxito una sonda en la cara oculta de la Luna, un logro que ningún país había conseguido hasta la fecha y que sitúa al gigante asiático entre las principales potencias espaciales.
“Un gran hito en la exploración humana del universo”, indicó la prensa estatal sobre la llegada, a las 10.26 hora de China (02.26 GMT), de la sonda Chang’e 4 al cráter Von Karman de la cuenca Aitken, en el polo sur del satélite.
La Administración Nacional del Espacio de China (ANEC) indicó que el alunizaje se produjo después de que el Centro de Control Aeroespacial de Pekín diera la orden a las 10.15 hora local (02.15 GMT), con lo que la sonda inició el descenso desde el punto más cercano de su órbita, a 15 kilómetros de la Luna.
A partir de entonces, transcurrieron 12 interminables minutos para los ingenieros chinos- la velocidad respecto a la Luna se fue reduciendo de 1,7 kilómetros por segundo a prácticamente cero y la inclinación se modificó cuando quedaban entre 6 y 8 kilómetros hasta la superficie lunar.
Cuando solo faltaban 100 metros, la Chang’e 4 planeó para identificar obstáculos y medir las pendientes de la superficie y seleccionó una zona lo suficientemente llana en la que descender de forma lenta y vertical.
A apenas a dos metros del objetivo, el motor se paró y el aparato alunizó, amortiguando el golpe con las cuatro patas del módulo.
“Fue un gran desafío en muy poco espacio de tiempo, con gran dificultad y riesgos”, describió el jefe de los diseñadores del programa de exploración lunar chino, Wu Weiren, en declaraciones publicadas por al agencia estatal de noticias Xinhua.
La ANEC precisó que el alunizaje se produjo a 177,6 grados de longitud este y 45,5 grados de latitud sur, en una llanura rodeada de montañas que se elevan hasta 10 kilómetros.
“Elegimos una estrategia descenso vertical para evitar la influencia de las montañas en la trayectoria de vuelo”, explicó el miembro de la Academia China de Tecnología Espacial y director ejecutivo del proyecto, Zhang He.
La Chang’e 4 realizó la fase final del descenso de forma completamente autónoma, aunque hasta entonces había operado bajo las directrices de Pekín a través de las órdenes recibidas vía el satélite de enlace Queqiao, que está funcionando como “espejo” entre el centro de control chino y la sonda.
A la llegada, y ya de nuevo bajo control de Pekín, la sonda desplegó los paneles solares y las antenas, tomó las primeras fotografías detalladas que existen de la cara oculta de la Luna y las envió a la Tierra, rebotándolas a través de Queqiao.