SHANGHAI. AFP. Dos compañías petroleras chinas participarán en la explotación del mayor yacimiento petrolero de Brasil, lo que pone de manifiesto la búsqueda incesante de la segunda economía mundial para saciar su sed energética.
Un consorcio integrado por la brasileña Petrobras, la angloholandesa Shell, la francesa Total y los grupos públicos chinos China National Petroleum Corporation (CNPC) y China National Offshore Oil Corporation (CNOOC) ganaron el lunes la licitación para explotar el campo de Libra, el mayor yacimiento hallado en Brasil.
El consorcio, en el que las dos compañías chinas representan 10% cada una, fue el único que presentó una oferta para explotar durante 35 años este campo de presal que cuenta con unas reservas de entre 8.000 y 12.000 millones de barriles de crudo.
Para Li Li, analista del gabinete C1 Energy, «todo el mundo compite para acceder a los recursos energéticos en el mundo» y el importante potencial brasileño es muy codiciado.
«Toda Sudamérica está relativamente menos desarrollada en este sentido», pero el continente «posee abundantes reservas de hidrocarburos (ya identificados) y recursos (futuros), lo que interesa enormemente a las empresas chinas», dice esta experta.
Pese a la desaceleración de su economía en el primer semestre, China sigue siendo el mayor consumidor de energía en el mundo y el segundo de petróleo por detrás de Estados Unidos.
En septiembre, China se convirtió el primer importador mundial de petróleo -con importaciones netas de 6,3 millones de barriles diarios (mbd), según la Agencia Estadounidense de Información sobre la Energía (EIA).
La EIA vaticina que la demanda de carburantes líquidos crecerá el 13% entre 2011 y 2014, para llegar a los 11 mbd (frente a la previsión de 18,7 mbd para Estados Unidos).
En este contexto, Pekín trata por todos los medios de garantizar sus suministros energéticos y promueve el desarrollo de sus compañías petroleras en el extranjero.
El acuerdo alcanzado en Brasil «corresponde a nuestra filosofía, que es buscar socios para ampliar nuestra presencia en el mundo», explica Li Fanrong, el director ejecutivo de CNOOC.
Según Li, también permite a la CNOOC entrar por primera vez en un prometedor yacimiento en aguas «ultra» profundas. Durante mucho tiempo, la actividad de CNOOC se circunscribía al mar de China del sur y oriental, frente a las costas nacionales.
Pero el año pasado, la CNOOC compró el canadiense Nexen por 15.000 millones de dólares, una operación de gran envergadura concluida pese a la oposición de una parte de la clase política en Canadá.
Por su parte, la también estatal SINOPEC compró por 3.100 millones de dólares una participación en las actividades petroleras y gasistas en Egipto, pese a la inestabilidad política del país.
En su intento de asegurar el suministro de oro negro a largo plazo, Pekín tiene ahora los ojos puestos en su vecino ruso, uno de los mayores productores del planeta.
Con este fin, SINOPEC firmó este martes un protocolo con el gigante ruso del petróleo Rosneft, que prevé la «entrega de diez millones de toneladas en diez años» a China, en ocasión de la visita del primer ministro Dimitri Medvedev a China.
En junio, Rosneft ya firmó con CNPC un megacontrato petrolero por un monto de 365 millones de toneladas en 25 años, es decir, una media de 15 millones de toneladas anuales, el doble de las exportaciones actuales, por un total de 270.000 millones de dólares.
Los chinos se lanzaron en la licitación brasileña desvelada el lunes, pese al caro desafío tecnológico que representa la explotación del yacimiento escondido bajo una capa espesa de sal a entre 5 y 7 kilómetros bajo el nivel del mar.
«Los grupos chinos se incorporaron tarde (a la carrera por las reservas de hidrocarburos mundiales), por lo que están obligados a aceptar activos nuevos más difíciles de evaluar», dijo la analista Li Li.
El acuerdo va a reforzar las relaciones económicas ya florecientes entre los dos países, pues China es el mayor comprador de soja de Brasil y el país sudamericano es el 10º socio comercial de Pekín.