En tanto la política del presidente Trump para hacer a Estados Unidos “grande otra vez” se centra en retirarlo de escenarios internacionales e incentivar una política comercial proteccionista y de fuerza, China, contrariamente, avanza aceleradamente a retomar la grandeza de antaño reinsertándose dinámicamente en los fueros mundiales y promoviendo un comercio cada vez más global. Estudios publicados recientemente en México destacan que esa estrategia del coloso asiático ha situado a América Latina y el Caribe en un lugar de gran interés en su política de expansión planetaria. Arrolladoramente China se ha ido convirtiendo en el primer socio económico – comercial de varias naciones del área y en otras ya se encuentra en un segundo lugar.
Aunque China sigue prestando atención a suministros regionales de materias primas, ha ido incrementando su preferencia por otras ramas continentales, especialmente en los sectores de infraestructuras y servicios. La inversión China en el área crece rápidamente, habiendo pasado la inversión directa china –IED- de 31,720 millones de dólares en 2010 a 131,720 en 2016 para un incremento promedio anual de 16,657 millones. Unas 240 empresas chinas han desembarcado en nuestra región. Del 2001 a 2016 Brasil ha recibido el 48.2% de las inversiones chinas; Perú el 12.3%, Argentina 10.5%; Cuba 5.8%, siguiendo Jamaica, Chile y México entre otros. En tanto China ha aumentado su suministro de materias primas procedente de Asia-Pacífico, ha empezado a reorientar, en términos relativos, el destino de sus inversiones en América Latina y el Caribe donde casi el 70% de sus inversiones han ido al sector de minerales, petróleo y otras materias primas.
Una característica regional de la inversión China es su origen desde empresas públicas habiendo llegado a alcanzar un 77% del total de sus desembolsos y alrededor del 70% de la fuerza de trabajo creada en estos países por esas inversiones. Otro factor distintivo es la concentración de la inversión tanto de empresas chinas – solo 9 son responsables del 46% de la inversión – como de las economías de destino de esas inversiones que en un 70% han aterrizado en Brasil, Perú y Argentina desde el 2001. Los próximos pasos inevitablemente van a ir dirigidos, por un lado, a expandir y profundizar geográficamente su presencia e incidencia en la región, en tanto, por otro, va a incentivar una mayor participación de países sud y centroamericanos en los esquemas que ya lidera en el Pacífico, como el Área de Libre Comercio Asia-Pacífico. Varios países regionales ya se han incorporado al Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras –BAII- y otros están en proceso. La estrategia China fomenta tanto proyectos multilaterales como bilaterales enfocados en la complementación entre uno y otro.
Mientras que desarrolla una increíble infraestructura de transporte y comercio de carácter mundial, uniendo continentes, con una red ferroviaria prácticamente global, enlazando ciudades y puertos de diversos continentes como parte de su “Nueva Ruta de la Seda”, también en esta región desarrolla infraestructuras asegurándose de que todos los caminos conduzcan a China.