Donald Trump pasó meses atacando a Beijing durante la campaña, con amenazas de una guerra comercial en virtud de lo que él denominó “violación” china del sector industrial de Estados Unidos.
Sin embargo, pese a las palabras agresivas, muchos de los integrantes del establishment chino en el área de política exterior oyeron algo que les gustó: el lenguaje de un negociador. Desde que abrieron la economía a la inversión extranjera hace más de tres décadas, las autoridades de Beijing han empleado un pragmatismo sin restricciones para apuntalar un crecimiento fenomenal.
“Creo que las relaciones chino-estadounidenses tienen más probabilidades de éxito bajo la presidencia de Trump”, dijo Ruan Zongze, diplomático de la embajada de China en Washington entre 2007 y 2011. “Trump es un empresario, y a China le gusta tratar con empresarios porque son pragmáticos y no se guían por las ideologías. Un empresario es capaz de hacer posible lo que de otro modo sería imposible para un político puro”, expresó.
Cómo será el próximo capítulo de una de las relaciones bilaterales más importantes a nivel mundial aún no está claro. Entre las principales incógnitas figuran: ¿impondrá Trump un arancel de 45 por ciento a los productos fabricados en China? ¿Designará a China un manipulador de la moneda? ¿Debilitará las alianzas de seguridad de Estados Unidos en Asia y envalentonará a los militares de línea dura de Beijing en la disputa por el Mar de China Meridional? ¿Debilitará el acuerdo de París sobre clima que China ha ratificado?
Mucho depende de a quiénes elija Trump para formar su gabinete y de si el Congreso frena sus iniciativas.
Michael Pillsbury, asesor del equipo de transición de Trump que fue funcionario de defensa durante la gestión de Reagan, dijo que si bien el Presidente electo quiere fortalecer las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, su principal preocupación sería la economía y no los movimientos del Ejército Popular de Liberación.
“Trump no es un conservador republicano tradicional en lo que respecta a la amenaza militar por parte de China”, dijo Pillsbury, investigador en Hudson Institute. “Dijo muy poco sobre el EPL y los planes de China en el espacio, el Mar de China Meridional: se ha concentrado más en los puestos de trabajo en Estados Unidos”. En un mensaje de felicitación, el presidente Xi Jinping dijo a Trump que esperaba “gestionar las diferencias de una manera constructiva, sin conflicto, sin confrontación, con respeto mutuo y cooperación, en beneficio mutuo”. Este marco, conocido como “un nuevo modelo de relaciones de poder entre grandes potencias”, ayudará a Estados Unidos y a China a “lograr un progreso aún mayor a partir de un nuevo punto de partida”, dijo Xi.
El modo en que Trump negocie con China cuestiones sobre disputas territoriales, Irán, Corea del Norte y comercio determinará la modalidad de la relación, dijo June Teufel Dreyer, profesora de ciencias políticas en la Universidad de Miami y exintegrante de la Comisión de Revisión de Seguridad y Economía de China y Estados Unidos.
“Trump se ha presentado como un experto en el arte de la negociación”, dijo.
“Veremos cuánto éxito tiene negociando con los chinos, que también son expertos en la materia. Será quizás la métrica más importante para medir el éxito de Trump”.