Ayer se cumplieron 99  años desde la fundación de la República de China el 10-10-1911 (Doble Then) (Diez), conforme a como se estila en esa gran nación aludir la efemérides protagonizada por el doctor Sun Yat-sen.

La fecha es propicia para orientada al año próximo, el mismo día, festejar el primer centenario de proclamar a uno de los países más antiguos de la humanidad, la fundación de la República de China.

Es una historia tan luenga como la referencia de luchas asombrosas de su pueblo en procura de las reivindicaciones plenas, superando las etapas pesarosas de los mandarines para caer en la dictadura del proletariado instituida por Mao Tse-tung el 01-10-1949 cuando derrota a las fuerzas del Kuomintang lideradas por el generalísimo Chiang Kai-shek que se refugia en la isla de Taiwán, forjando allí, con los tesoros del Banco Central de China y el horcón de los Estados Unidos, la 24 referencia económica del planeta.

Es apenas hace dos años, cuando el presidente de la República de China en Taiwán, Ma Ying-jeou asume el poder liderando el Kuomintang, que se produce un acercamiento y vías expeditas hacia la reunificación con “los hermanos del Continente”, y vigorizar un acuerdo que ya entraña más de US$100 mil MM al año, con vuelos directos Pekín-Taipei desde entonces y un Nueva York chiquito en la periferia de Shanghai de capitales taiwaneses, y así es como se forja la paz y la reconciliación.

Así lo visualizó Deng Xiao-ping, el discípulo más luminoso de Mao cuando en 1989 proclamó: “Una China, dos sistemas”, que en julio último situó a China como la potencia económica número dos desplazando del sitial a Alemania.

Son los votos por la reunificación y la paz propiciatorias del presidente Ma y acogido a plenitud por su homólogo continental Ju Jin-tao, para contento de Buda. Que es grande, afirman los chinos.