China: ¿un destino manifiesto?

China: ¿un destino manifiesto?

POR IVÁN ERNESTO GATÓN
El creciente aumento de la economía china, y por ende su influencia geopolítica, ha venido a convertirse en los últimos años en el principal tema de interés de los estudiosos de las relaciones internacionales, y muy especialmente de los tanques pensantes de los centros académicos estadounidenses, que no dejan de coincidir con el planteamiento que hace Zbiniew Brzezinski, ex consejero para la seguridad nacional de la presidencia de los Estados Unidos desde 1977 a 1981, en su libro el Gran Tablero Mundial plantea  la obligación que tiene los Estados Unidos de tener  sumo cuidado con una china que está surgiendo como una potencia dominante, además de  resaltar que: La historia ha predispuesto a la élite china a pensar que china es el centro natural del mundo”. Además de hacer énfasis en  que con su vasta población -hay que agregarle su influyente diáspora de unos 34 millones de personas- este país ha sido desde tiempos remotos una civilización orgullosa y con características propias, que a diferencia de  las civilizaciones europeas e islámicas, que han surgido de su seno alrededor de 75 estados, china ha sido durante casi toda su historia un único estado.

Según Brzezinski la china que hasta el 1600 fue un  líder mundial en productividad agrícola, innovación industrial y calidad de vida, sin dejar de mencionar su avanzado estado en áreas tales como: filosofía, cultura, arte, relaciones sociales, inventiva técnica y poder político, tiene como creencia que la pérdida de su grandeza ha  sido provocada por el Reino Unido, Japón, Rusia y Estados Unidos.  Reino Unido por la guerra del opio, Japón por las guerras del siglo XX, consideradas por algunos autores como de rapiñas, que desató terribles sufrimientos, y que aún se mantienen como punto de encono entre ambos países. Rusia por su dilatada  intrusión en los territorios chinos en el norte, y por el desdén que demostró  Stalin hacia su  autoestima; y los Estados Unidos porque son un óbice para sus  aspiraciones externas, especialmente de su  presencia en Asia y su apoyo a Japón.

Napoleón Bonaparte dijo hace dos siglos :  “Cuando china despierte temblará el mundo”,  hoy debemos  darle la razón, cuando  vemos  embelesados como al antiguo “ reino  medio” se ha convertido en el motor que impulsa la economía global, y que no se debe exclusivamente a la “mano de obra barata” o al dumping social que ejerce el gobierno en detrimento de los más de 180 millones de  desempleados que tiene a su disposición , el equivalente a toda la población de México, Centroamérica y el Caribe, sino que se explica también por la inmensa cantidad de  muy calificado trabajadores, entrenados científica y profesionalmente. Anualmente se forman en el extranjero miles de estudiantes chinos, quienes en su mayoría  siguen estudios avanzados en ciencias e ingeniería.

La presencia  china en el mundo es cada vez más preponderante , teniendo una notable importancia y en muchos casos influyente  presencia en Asia, Latinoamérica, Oriente próximo y Africa, en el caso de los Estados Unidos de América, el año pasado tuvo un déficit comercial de 201,626,001 millones de dólares y Beijing se ha convertido en la actualidad en un elemento decisivo  para la Reserva Federal al momento de diseñar sus políticas, esto debido a que la cotización de los Bonos del Tesoro de E.U.A; depende de que China mantenga sus inversiones y  envíos de capitales a este país; en lo que concierne a la Unión Europea denota la influencia del dragón asiático, en esta zona  el pedido que recientemente le hicieran desde Bruselas los 25 ministros de finanzas de la Unión quienes, sin querer hacer recomendaciones a sus amigos chinos sobre su divisa, pidieron  un aumento gradual de la flexibilidad del tipo de cambio del Yuan, a los fines de reducir los desequilibrios globales. A todas luces es obvio que estamos frente a una potencia emergente, esta se ha ido erigiendo con un fuerte ritmo de aumento de la desigualdad  y con una tendencia a la exclusión  social sin precedentes en la historia de esta nación, lo que representa un serio reto para las mentes más lúcidas y sensatas, no solamente de la República Popular China, sino también,  de la humanidad en su conjunto, cuyo destino depende en gran medida del camino que sigan los herederos de la dinastía Shang.

Aquellos  formados bajo la tradición occidental, helénica romana, o los que han adoptado las religiones abrahamanicas como el judaísmo, cristianismo y el islamismo, les esperan serios retos, podríamos decir que un  “choque de civilización atómico”, si la instauración del futuro celeste imperio  asume la ideología justificadora del  destino manifiesto,  de la misma forma violenta y avasallante que utilizó el colonialismo europeo en su expansión territorial, y que luego justificara el editor neoyorquino John O´Sullivan en 1845 al afirmar que: “ los colonialistas sólo  cumplían con un diseño divino, cuando hacían proliferar sus instituciones en el hemisferio occidental y,  en el mundo entero”. 

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