China y EU deben trabajar juntos

China y EU deben trabajar juntos

COMENTARIO EDITORIAL
 A juzgar por los preparativos de la visita de Hu Jintao a Estados Unidos esta semana, podría perdonársenos que pensáramos que la salud de las relaciones EEUU-China se miden solo por el valor del dólar en yuanes. Sobre este punto, el presidente George W. Bush, quien habitualmente pinta las opciones de EEUU en blanco y negro, es más sutil que algunos de sus críticos, al admitir que las relaciones entre ambos países son “complejas”. Esta caracterización pudiera aplicarse por igual a la posición, con frecuencia contradictoria, hacia China, desde que él asumió el cargo.

El presidente chino va a oír mucho ruido esta semana sobre el vínculo entre la moneda china devaluada deliberadamente y al cada vez más ancho déficit de la cuenta corriente de EEUU. Debe tener presente que todas las críticas se pueden desestimar por ser una posición de campaña, con miras a las elecciones parciales de EEUU. También valdría la pena que el señor Hu tomase en cuenta lo lejos que ido el señor Bush en su visión de China desde 2001.

Al llegar a la Presidencia, Bush destacó a China como su principal preocupación en política exterior. Se le calificó de “competidor estratégico” en un cambio calculado de las esperanzas de Bill Clinton de convertir a Pekín en un “socio estratégico”. Las relaciones cayeron en picada peligrosamente cuando los chinos obligaron a aterrizar el avión espía norteamericano EP3 en un enfrentamiento tenso que duró 10 días.

Los ataques a las torres gemelas, unas semanas más tarde, cambiaron muchas cosas, entre ellas, la comprensión por parte de Washington de que el apoyo de China sería indispensable para ayudar a derrotar los grupos terroristas islámicos en el mundo. El 11 de septiembre también le dio al señor Bush más espacio para impulsar la economía de EEUU en cambio que ha sido, al menos parcialmente -si no inadvertidamente-, responsable por duplicar y más el déficit comercial de EEUU con China, hasta US$202 millardos el año pasado.

Y en parte, debido a la falta de ortodoxia fiscal del señor Bush, EEUU está recargado ahora con un déficit en la cuenta corriente de más de 7% del producto interno bruto, del cual China representa una cuarta parte. Mientras tanto, y de cierta forma debido a la renuencia de Pekín a permitir que el consumo interno aumente, el excedente de China es 7% del PIB. Obviamente, los desequilibrios en esta escala son insostenibles. Pero nada bueno saldrá, e menos que los señores Hu y Bush puedan resistir las presiones internas para convertir a cada uno en el chivo expiatorio del otro, y llegar a un acuerdo sobre la necesidad de re-orientar sus economías en conjunto. A pesar de las pocas probabilidades, China y EEUU tienen también que convencer a otras grandes economías del Este de Asia a participar con el renminbi en una reevalución coordinada.

El desafío de resolver los desbalances globales será el punto más importante cuando ambos líderes se reúnan hoy. Pero el señor Bush no debe permitir que la controversia sobre la moneda china se imponga o afecte una variedad de temas más amplia, que ellos deberán enfrentar juntos.

Hay muchos en la administración Bush que siguen viendo el ascenso de China como una amenaza para los intereses de EEUU. John Negroponte, el director de Inteligencia Nacional, describió recientemente a China como un “competidor par”. Quizás los halcones tengan razón en identificar el rápido  incremento en el gasto de defensa de Pekín como evidencia de que planea, con el tiempo, desafiar la prominencia de EEUU. Sin embargo, es difícil imaginar una solución satisfactoria a cualquiera de los desafíos de política exterior más presionantes del señor Bush, sin involucrar más a China. De estos, los programas de armamento nuclear de China y Corea del Norte están en lo más alto de la lista. Sobre ambos, China ha sido tibia; ni se opone directamente a los objetivos de EEUU, ni los ayuda tanto como pudiera hacerlo. Con Corea del Norte, China le teme a la inestabilidad en su patio trasero, tanto como teme a un Pyingyang nuclear.

Sobre Irán, la prioridad de China es asegurar suministros de energía, lo cual choca con el pedido de Washington de su respaldo en el fortalecimiento de las sanciones internacionales. Según se comporte China, también tendrá un impacto en si el señor Bush es capaz de fortalecer la seguridad energética de EEUU. Un reciente estudio del Congreso dice que los precios del gas en EEUU subirían 15% durante los próximos cinco años si la demanda de petróleo de China continúa aumentando a la tasa actual.

Estos son solo muestras de las áreas en las que una mejor cooperación entre China y EEUU sería decisivo para el mundo. En relación con esto, Robert Zoellick, vice-secretario de Estado, ha demostrado ser más sabio que algunos de sus colegas, al apelar a los mejores instintos de China para convertirse en un “accionista responsable” del sistema internacional. Como texano, el señor Bush recordará que se cazan más moscas con miel que con vinagre.

VERSION: IVAN PEREZ CARRION

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