Chiquitania boliviana: la huella de las misiones

Chiquitania boliviana: la huella de las misiones

EFE- REPORTAJES. Arte barroco mestizo, naturaleza y tradición es la receta para atraer turismo que está impulsando la región boliviana de la Chiquitania, en el oriente del país, donde se ubican las misiones que los jesuitas construyeron a finales del siglo XVII y durante el XVIII,  declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1991.

Lejos del estereotipo andino con que habitualmente se cataloga Bolivia, la Chiquitania, en el centro de la región de Santa Cruz, es un territorio tropical de bosque seco, entre la Amazonía y el Chaco, con una temperatura media anual de unos 24 grados centígrados.

Los chiquitanos presumen de vivir, 300 años después de la llegada de los jesuitas que edificaron templos para evangelizar a los indígenas, en la única zona misional de América que mantiene vivo el espíritu de aquellas construcciones.

Estos templos únicos por la singular belleza del arte barroco mestizo se encuentran en las localidades cruceñas de San Xavier, Concepción, San Ignacio, San Miguel, San Rafael, Santa Ana de Velasco y San José de Chiquitos. Fueron los propios chiquitanos quienes se encargaron de la restauración de las misiones en la década de los 70 del siglo pasado, dirigidos por el arquitecto suizo Hans Roth, quien fue enviado en 1972 por jesuitas de su país para restaurar en principio la iglesia de San Rafael. Al descubrir el grado de deterioro del resto de los templos de la zona, Roth decidió proseguir con la restauración de las otras misiones. Y se quedó en Bolivia 30 años.

Milton Villavicencio, uno de los vecinos que participó con Hans Roth en la restauración de las iglesias, recuerda, según relató a Efe, cómo estas localidades “vivían prácticamente en el abandono” antes de la restauración de las misiones.

En el proceso de restauración, indicó Villavicencio, se respetaron las plantas y diseños originales, así como los materiales, propios de la zona, incluidas las láminas de oro para recubrir los retablos. Estas misiones jesuíticas son consideradas hoy joyas arquitectónicas y además albergan la colección de música barroca indígena más importante de América del Sur.

Un tesoro musical

Y es que durante su restauración se descubrió un tesoro musical: miles de hojas de música sacra escritas entre los siglos XVII y XVIII por músicos europeos y por indígenas de la zona. Esa música se interpretó de forma cotidiana en estas comunidades hasta mediados del siglo XIX. La música fue uno de los métodos que los jesuitas emplearon para la evangelización. Y descubrieron así que los indígenas de la zona tenían una especial habilidad para la música, tanto en la composición y ejecución, como en la construcción de instrumentos. Siglos después, esa tradición ha desembocado en el “Festival Internacional de Música Renacentista y Barroca Americana Misiones de Chiquitos”, que se celebra desde 1996 cada dos años.

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