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Bruselas (EFE).- El presidente francés, Jacques Chirac, justificó hoy ante sus colegas de la UE el «no» de los franceses a la Constitución europea y pidió iniciar una «reflexión conjunta», mediante una cumbre extraordinaria, sobre todos los «temas de fondo», como los límites de la Unión Europea.
En esta nueva situación, es decir sin Constitución, «*Puede la Unión seguir extendiéndose sin que tengamos las instituciones capaces de hacer funcionar eficazmente esta Unión ampliada?», se preguntó Chirac.
Recordó que el Tratado constitucional fue concebido, precisamente, como «respuesta indispensable para permitir a una Europa ampliada funcionar bien».
Chirac y el primer ministro holandés, Jan Peter Balkenende, abrieron hoy el debate entre los Veinticinco sobre el futuro de la Constitución europea, como gobernantes de los dos países que han rechazado en referéndum la ratificación y han desencadenado la crisis.
El presidente francés reconoció que «el contexto nacional» desempeñó un papel en la victoria del «no» en Francia, pero «es evidente que (los franceses) han querido también lanzar un llamamiento para que Europa funcione de otra forma, les escuche mejor y les proteja más».
El Jefe del Estado francés apoyó «la idea de una reunión excepcional» entre los líderes de la UE que permita abordar «los temas de fondo» que condicionan «el futuro de la Unión y el de cada una de nuestras naciones».
A su juicio, es «importante» que el Consejo Europeo a partir de su discusión de hoy «decida empezar una reflexión para reconciliar a los ciudadanos con el proyecto europeo y llenar la brecha que amenaza con surgir entre Europa y sus pueblos».
Chirac tomó la palabra «con cierta gravedad» en lo que calificó de «contexto difícil para Francia» y para el conjunto de la Unión.
Aseguró que era su deber tener en cuenta la nueva situación creada por el rechazo francés al Tratado constitucional, si bien señaló la voluntad de Francia «de mantener su lugar en la construcción de una Europa política».
El «no» expresado por los franceses a la Carta Magna fue una decisión «clara y soberana», pero no corresponde a un sólo país decidir sobre la suerte de un Tratado negociado y firmado por veinticinco países, advirtió.
Para Chirac, «respetar la democracia» es también respetar a los países que han aprobado ya el texto y a los que en su momento se expresarán sobre él, por lo que mostró su deseo de que el Consejo Europeo «pueda tomar una decisión colectiva en este sentido».
El presidente francés dijo que todos son «muy conscientes de que hemos entrado en un periodo difícil para Europa», aunque mostró su convicción en que conseguirá superarlo «si actuamos en un espíritu de unidad, con la voluntad de responder a los mensajes que les dirigen los pueblos».
En este sentido, consideró que hay que responder «de manera fuerte, concreta y eficaz» y que «la Unión debe poner en marcha las políticas que mejor den respuesta a las cuestiones planteadas por los ciudadanos en su vida diaria y su trabajo».
Chirac dijo que pensaba en temas como las inquietudes ante la globalización de los intercambios comerciales, con sus efectos en materia de empleo, deslocalizaciones e inmigración clandestina.
Al mismo tiempo, es necesario que los líderes europeos sepan «explicar mejor la fuerza del proyecto europeo y las oportunidades que ofrece a cada uno en el mundo de mañana», señaló.
Chirac consideró que los franceses desean una política económica que «esté más al servicio del crecimiento, el empleo y el respeto al modelo social europeo».
De igual forma quieren «una acción voluntarista en materia de política industrial, investigación e innovación para conquistar los empleos de mañana», así como una Europa que sepa «reaccionar con mayor rapidez en caso de dificultades con nuestros socios comerciales».
Según Chirac, los ciudadanos también esperan «una atención más decidida» ante los problemas de los jóvenes, muchos de los cuales, por ejemplo en Francia, «deben ser convencidos del atractivo del proyecto europeo».
