“Chispazo de la conciencia”

“Chispazo de la conciencia”

Rosario Candelier estimula a los creadores para que desarrollen su sensibilidad

Bruno Rosario Candelier, impulsado siempre por el deseo de saber y la búsqueda del conocimiento humano superior, reflexiona con profundidad sobre la intuición en su más reciente obra ensayística “La intuición cuántica de la creación”. Veamos, de entrada, qué es la intuición: nos referimos al llamado sexto sentido o visión interna, facultad vital de nuestra mente que nos permite percibir lo que sucede de una manera única y personal; detectando la verdad o la mentira escondida en un discurso o en un suceso sin el uso del raciocinio.

Exploremos lo que expresa el académico y creador del Movimiento Interiorista en su nuevo libro:

“Para adquirir el conocimiento intuitivo basta con poner a operar las antenas perceptivas de la intuición. No es un conocimiento que se adquiere reflexionando; es decir, no es un conocimiento intelectual ni es el resultado de una investigación sino que se trata de un conocimiento restante de una contemplación de la realidad, es un hallazgo que adviene el sujeto contemplativo al entrar en contacto con lo viviente, llega en virtud de su comunión con una realidad que experimente, una especie de iluminación, un chispazo de la conciencia que se produce cuando la intuición entra en contacto con la cosa cuya energía ilumina al contemplarla.”

De lo que apunta el pensador deducimos que no se necesita estudiar para ser intuitivo, es decir, no se necesita de conocimientos previamente adquiridos a través del aprendizaje tradicional. A la intuición no la llamamos, ella surge, está alerta, siempre presente para salir a nuestro auxilio y decirnos qué nos conviene y cuál es la decisión más acertada y menos dañina que podemos tomar. Permite el darse cuenta sin que intermedie ningún tipo de análisis y brinda una idea que se presenta completa. En realidad… es una especie de percepción fina e inmediata de la realidad profunda e íntima de las cosas y las personas; un todo acabado sobre alguien o algo que no podemos confirmar en ese momento, pero que reconocemos como verdad. Parecería que se trata de un vestigio de una mente más poderosa y superior que la que hoy tenemos y que permite una visión directa.

Grandes filósofos han dedicado años de estudios a tan importante tema y ciencias como la sicología y la neurología le han dedicado gran parte de su tiempo. Según Emmanuel Kant se trata de la manera que tiene el ser humano de conocer su mundo desde su mundo sensible. En verdad, no hay lógica frente a una aseveración proveniente de la intuición, sencillamente el que la experimenta sabe que lo que intuye es verdad. Algunos, incluso, la llaman el maestro interior.

Siddhartha Gautama proclama que la intuición y no la razón atesora la clave de las verdades fundamentales. Y así, cuando una persona intuye algo le resulta difícil verbalizarlo y termina aseverando que algo en él o en ella le dice que esto o aquello es lo correcto o lo incorrecto; algo le dice… que todo saldrá bien o mal… Y es que la intuición incluye un aspecto premonitorio porque el valor de verdad de una intuición está localizado en el tiempo. No hay forma de comprobarlo de inmediato.

La intuición pertenece al mundo del entendimiento y es un comprender lo complejo más allá de lo que la mente ordinaria percibe, a tal punto que la intuición avisa lo que podría pasar. Es en definitiva un tipo de certeza en un mundo incierto.

Los sicólogos lo asocian con las emociones y con percepciones o sensaciones que provienen de alguna manera del marco de nuestras creencias y que, además, se pueden desarrollar con la interpretación de imágenes.

El educador Jean Piaget, por su parte, asegura que la percepción de imágenes interiorizadas se convierte en intuición. Carl Jung le confiere el carácter de lo dado y explica que la mente tiene cuatro funciones: intuye, piensa, censa y siente y luego añade que podemos conocer con certeza y convicción incuestionable a través de la intuición. Por otro lado, algunos grupos esotéricos opinan que la intuición pertenece al mundo de las capacidades extrasensoriales.

Hoy en día los estudiosos de estos temas abordan la intuición desde las ciencias cognitivas, la neurociencia y desde la filosofía misma, pero los esquemas se rompen cuando el pensador y crítico Bruno Rosario Candelier decide abordar la intuición desde el punto de vista cuántico en su libro “La intuición cuántica de la creación”. El escritor ya nos tiene acostumbrados a hablarnos de la creación y de hecho lo hace como si el tema lo acosara en cada obra que escribe y es que el autor cree firmemente que hay un creador, una mente o inteligencia superior de la cual surge todo: un Todo proveniente del mismo origen, constituido por la misma sustancia y que se expresa con características similares y es ahí donde el pensador encuentra sus afinidades con la cuántica.

Bruno Rosario Candelier vive estimulando a los creadores para que desarrollen la dimensión de su sensibilidad que, según asevera, se abre, despierta y activa para captar los fluidos de la trascendencia. Señala que son fluidos metafísicos con carga creadora, positiva y luminosa que tiene la fuerza o torrente espiritual porque contiene imágenes, ideas y verdades provenientes de la cantera del infinito.

Y testifica que son los poetas metafísicos y los poetas místicos los más llamados a captar ese torrente de verdades profundas. Luego, aclara que no es cualquier sensibilidad ni cualquier mente la que puede lograr esa conexión cósmica porque según explica: esa conexión con lo profundo requiere un recipiente especial; entonces, habla de la “mente sutil” que significa una mente capaz de penetrar en la hondura de cosas, fenómenos y criaturas.

Sin lugar a dudas, todos hemos experimentado algún tipo de intuición y somos capaces de entender en toda su magnitud las palabras de Bruno Rosario Candelier porque en el fondo reconocemos que se trata de una percepción clara, una especie de conocimiento instantáneo de una verdad; una visión subjetiva directa, intelectual y sensible; una facultad de la mente superior que suele ser infalible guía y que sucede o se manifiesta cuando no permitimos que nuestro pequeño yo con sus pasiones y deseos tontos interfiera con nuestra verdadera naturaleza.

El japonés Dogen nos cuenta que el maestro chino Wanshi se despertó escuchando una frase del Avatamsaka sutra: «Los ojos que nos dieron nuestros padres pueden contemplar tres mil mundos». Tres mil o diez mil, es un número infinito, ilimitado. Se trata de los ojos de la intuición, del espíritu que engloba todo. No está limitado por las categorías mentales de próximo o lejano, de pequeño o vasto. Son los ojos que nos dieron nuestros padres, que ellos a su vez recibieron de sus padres. Estos ojos no son el resultado de la práctica. No es zazen (meditación) quien produce esta intuición, pero permite reencontrarla haciéndonos abandonar todo lo que oscurece nuestra mirada, nuestra mente.”

Me parece que lo que explica el sutra suma valor a lo que nos explica el maestro dominicano Rosario Candelier y creo, de la misma manera, que la bella frase del filósofo japonés Shizuteru Ueda nos puede ayudar a aprehender la nueva forma de pensar que nos presenta el maestro y escritor dominicano: “Un camino es realmente un camino solo para quien lo recorre…. El camino no obliga sino que más bien está desplegado y abierto de forma invitante”… Esta nueva obra de Bruno Rosario Candelier es una invitación… un nuevo camino lleno de posibilidades…

 

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