Chito Henríquez

Chito Henríquez

TIBERIO CASTELLANOS
Conocí a Chito en el año 46 en La Vega, en un mitin del P.S.P. Fue el mismo día que caí preso allí junto a un grupo de compañeros de la Juventud Democrática (Fellín, Ñiní, Chepito, Amiro), que habíamos venido de Santiago en apoyo de ese mitin.

Volvimos a juntarnos en La Habana, en el 1950. Ya para entonces Chito había sido expulsado del P.S.P., como lo fueron luego Ramón Grullón, Pericles Franco, y también Quírico Valdez. Los comunistas dominicanos de esa época eran pocos, pero muy disciplinados.

Yo he conservado la amistad y el respeto con todos estos compañeros del capítulo histórico dominicano del año 46 y del exilio habanero: Con los expulsados y con los dirigentes del partido. Y esto a pesar de que en la Guerra Fría militamos en campos contrarios. Pero, como entre nosotros no hubo de por medio tiros, ni bajas, hoy me satisface y casi me enorgullece haber conservado esas amistades.

Por otra parte, y esto es justo e interesante decirlo, entre los expulsados y los dirigentes del partido siguieron existiendo buenas relaciones, al menos, eso fue lo que yo conocí en La Habana. ¿Eran otros tiempos? O ¿eramos otras gentes?

Pablo Antonio Martínez y Máximo López Molina habían abandonado el P.S.P. y luego se unieron al M.P.D. No obstante, cuando meses después, Pablo Antonio fue detenido por la policía y no sabíamos dónde lo tenían, y los del M.P.D. hacíamos gestiones por él, junto a nosotros estuvo siempre Manolo Lorenzo Carrasco, dirigente del P.S.P. Recuerdo que Manolo y yo, en esas gestiones, visitamos al viejo general mambí Enríquez Loinaz del Castillo, nativo de Puerto Plata y autor del Himno Invasor cubano. Muy lamentablemente, Pablo Antonio nunca apareció.

A Chito lo veía, con frecuencia, desde mi llegada a La Habana, ya que me alojé en la misma pensión donde ya vivía su primo el doctor Noel Henríquez, a quien él visitaba.

Chito, por su vinculación con su primo el Cotú Henríquez, cuñado del Presidente Prío, era el exiliado más conocedor de las interioridades de la política cubana de entonces. Además, por su abuelo don Federico, a quien los cubanos llaman «el hermano de Martí»; la vida cubana de su tío- abuelo, el médico Francisco, y de sus ilustres primos Pedro, Max y Camila, amén de su vocación, hacían de Chito, entre los exiliados, el mejor conocedor de la historia y la cultura de Cuba, siendo entre nosotros la más segura fuente a consultar sobre esta materia.

Pero, realmente, más que Chito, de quien yo fui muy amigo fue de su padre don Quillo. A don Quillo lo acompañaba siempre en sus actividades evocadoras de su padre don Federico y de su hijo Gugú, caído gloriosamente en el desembarco de Luperón en 1949. Primero en La Habana, y luego en Santo Domingo en la Casa del Maestro, como don Quillo llamaba a la casona de la calle Sánchez donde vivió, la última parte de su vida, don Federico.

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