Miles de manifestantes marchan en Oakland, California, el lunes 1 de junio de 2020, en protesta por la muerte de George Floyd, fallecido el 25 de mayo en Minneapolis después de que un policía blanco le apretara el cuello con la rodilla cuando estaba esposado en el piso. AP
WASHINGTON — Horas después de una declaración cuidadosamente orquestada del presidente Donald Trump para enviar al ejército a “controlar las calles”, las ciudades estadounidenses se vieron envueltas en más violencia y destrucción, que eclipsaron las movilizaciones pacíficas que exigían justicia tras generaciones de racismo.
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En la Ciudad de Nueva York, manifestaciones en su mayoría pacíficas se vieron interrumpidas por gente que destrozó escaparates cerca del Rockefeller Center y las puertas de la famosa tienda Macy’s en la calle 34, dejando la principal avenida de Manhattan llena de vidrios rotos. Un vehículo arrolló a un grupo de agentes en una manifestación en Buffalo hiriendo a al menos dos.
Las protestas se sucedieron desde Filadelfia, donde cientos de manifestantes marcharon por una autovía en el corazón de la ciudad, a Atlanta, donde las autoridades emplearon gases lacrimógenos contra la multitud, y Nashville, donde más de 60 efectivos de la Guardia Nacional bajaron sus escudos antimotines a petición de los manifestantes pacíficos que se habían congregado delante del Capitolio del estado de Tennessee en memoria de George Floyd.
Sean Jones, un peatón que vio como la gente saqueaba tiendas de lujo en el elegante vecindario Soho de Manhattan, explicó la destrucción así: “La gente está haciendo esto para que la próxima vez, antes de pensar en tratar de matar a otra persona afroestadounidense, piensen `Diablos, no queremos que vuelvan a salir a hacer esto… de nuevo’“.
En Minneapolis, los disturbios parecieron estabilizarse en el mismo día en que el hermano de Floyd hizo un apasionado llamado a la paz en el lugar donde la semana pasada un agente de policía blanco inmovilizó al afroestadounidense, que llevaba grilletes, sobre el piso poniéndole la rodilla en el cuello hasta que dejó de respirar.
El número de fallecidos en las protestas subió, incluyendo a dos personas que fueron asesinadas en un suburbio de Chicago. El jefe de la policía de Louisville fue cesado luego de que el querido dueño de un restaurante murió a manos de las fuerzas de seguridad durante los disturbios de la madrugada del lunes.
Además, un agente fue baleado poco después de la medianoche cerca del casino Circus Circus en Las Vegas, donde las autoridades realizaron 338 detenciones en tres noches de altercados tras las protestas pacíficas durante el día. La policía no tenía información de inmediato sobre el estado del agente.
La última oleada de incidentes se produjo en el mismo día en que Trump se presentó a sí mismo como un presidente duro y de ley y orden, y la policía bajo mando federal usó gases lacrimógenos para dispersar una protesta pacífica de afroestadounidenses para que él pudiese ir caminando hasta una iglesia próxima a la Casa Blanca y posar con una biblia.
Trump reapareció en público tras dos días y, en declaraciones desde el Rose Garden de la Casa Blanca, amenazó con desplegar a “miles y miles” de soldados. Después dio un sorpresivo paseo a través del Parque Lafayette hasta la conocida como “Iglesia de los presidentes”, que sufrió daños por el fuego durante las protestas.
La visita provocó la rápida condena de la obispo diocesana Mariann Edgar Budde.
“El presidente acaba de utilizar una biblia y una de las iglesias de mi diócesis como escenario para un mensaje antiético con las enseñanzas de Jesús y todo aquello nuestra iglesia representa”, dijo.
Pero Trump ya había tenido su momento de campaña electoral.
El país lleva casi una semana sumido en la violencia por la muerte de Floyd. Las protestas se producen tras años buscando reformas policiales por los repetidos casos de fallecidos de minorías bajo custodia de las autoridades, y en un momento en que el país se recupera de un brote de coronavirus y una tasa de desempleo nunca vísta desde la Gran Depresión.
Si los gobernadores del país no movilizan a un número suficiente de efectivos de la Guardia Nacional para “controlar las calles”, el mandatario advirtió que las fuerzas armadas federales intervendrán para “solucionar rápidamente el problema”.
“Tenemos el país más grandioso del mundo”, afirmó. “Vamos a mantenerlo a salvo”.
Un despliegue militar ordenador por Trump supondría una sorprendente intervención federal, inusual en la historia moderna del país. La situación provocó comparaciones con 1968, cuando Richard Nixon se presentó como candidato de ley y orden tras los disturbios por el asesinato de Martin Luther King Jr.
A cinco meses del día en que se celebrarán las elecciones presidenciales, Trump que se jugaría su reelección en convencer a los votantes de que su contundente enfoque era necesario para sofocar los disturbios más graves desde la década de 1960. Hizo pocos esfuerzos para abordar las quejas de los afroestadounidenses y otros indignados por la muerte de Floyd y por la brutalidad policial, socavando el trabajo de su campaña para movilizar el voto de la comunidad.
El expresidente Joe Biden, candidato demócrata en los comicios, prometió abordar el racismo institucional en sus 100 primeros días en el gobierno. El odio emerge “cuando tienen a alguien en el poder que insufla oxígeno en el odio”, señaló.
En la última semana, más de 5.600 personas han sido detenidas en todo el país por delitos como robo, bloqueo de autovías y violación del toque de queda, según un conteo de The Associated Press.