Christo, artista único en su categoría, estuvo en Santo Domingo

Christo, artista único en su categoría, estuvo en Santo Domingo

POR MARIANNE DE TOLENTINO
Han clasificado a Christo en el Nuevo Realismo, un movimiento que lanzó en París el teórico Pierre Restany en los años 60: los nuevos realistas se apoderaban de objetos reales, a menudo inservibles y encontrados en la calle, y los convertían en obras de arte, mediante una intervención personal mínima.

Christo –Christo Javacheff para el estado civil– había llegado a París en 1958, empezó a crear rústicos paquetes y «Objetos envueltos», y efectivamente se integró al extraño círculo, liderado por el famoso crítico de arte. Sin embargo, su pertenencia al grupo fue breve, y sin rechazarla totalmente, él suele no mencionarla entre los hechos importantes de su carrera.

Ese mismo año, el artista búlgaro conoció a Jeanne-Claude, su compañera francesa de toda la vida, con la cual no sólo contrajó matrimonio, sino que la ha asociado a su trabajo artístico, hasta el punto de que, desde hace décadas, las obras están firmadas «Christo y Jeanne-Claude». No cabe duda de que es una mujer muy fuerte, maestra de las relaciones públicas: ha montado una organización perfecta, cuya eficiencia corresponde a la envergadura de las realizaciones plásticas. El contacto y la información que esa oficina mantiene desde Nueva York, en forma personalizada, a través de los años, es tan excepcional como las obras que promociona.

De París, Christo y Jeanne-Claude se trasladaron a Nueva York en 1964, donde han establecido residencia permanente, y se volvieron ciudadanos americanos. Las instalaciones de Christo se distinguen por su carácter particular y una magnitud absolutamente incomparable. Ese fenómeno en la historia del arte incluye entre sus envolturas «mágicas», costas, islas, kilómetros de árboles, y por supuesto, monumentos. Las más extraordinarias metamorfosis urbanas fueron probablemente el empaquetamiento del Pont Neuf –el puente más célebre- en París, en 1985, y una década después el gigantesco edificio del Parlamento alemán, el Reichstag en Berlín.

Ahora bien, cuando comentan la obra de Christo, siempre se refieren a envolturas y empaquetamientos, lo que finalmente es una mirada reductora –dotada de cierta malicia– para minimizar la importancia de su creación y convertirla en un estereotipo. Como bien dicen Christo y Jeanne-Claude, «nuestras obras de arte son instaladas en sitios urbanos o rurales y contienen elementos de la pintura, la escultura, la arquitectura y el urbanismo».

UNA DIMENSIÓN MÚLTIPLE E IMPACTANTE

Para situar la obra de Christo en su justo nivel, hay que apreciar varios elementos. En primer lugar, no se trata siempre de una envoltura por espléndida que sea, sino de múltiples concepciones y realizaciones, fundamentadas en el uso de textiles, que se emplean de distintas maneras. Y aun cuando son envolturas, pueden ser insólitas como la obras presentadas en la Documenta de Kassel, en 1968, que envolvió 5.600 metros cúbicos de aire hasta una altura de 85 metros, resultando una enorme escultura. Han subrayado su extrema delicadeza, y el propio autor pondera la fragilidadad de sus obras: «La vulnerabilidad y el carácter temporal de mis proyectos desafía lo que es inmortal en el arte».

El diseña y realiza otras instalaciones al aire libre, una suerte de arte público, que no dura más que semanas. Así la cortina de tela, de 40 kilómetros de largo, que atravesaba los pastos de California, regalándose a cada campesino un pedazo de la tela… No obstante, el proyecto más espectacular fue, en 1991, Las Sombrillas, 1.750 grandes paraguas que se instalaron cerca de Los Ángeles confeccionados en tela amarilla, y simultáneamente 1.360 cerca de Tokio en tela azul… Christo y Jeanne-Claude pudieron asistir a ambas inauguraciones -¡un performance!-, por la diferencia de hora, volando inmediatamente de los Estados Unidos a Japón. Ambas instalaciones, míticas y grandiosas, a la vez signos florales y protectores, tenían un sentido simbólico hasta en el uso del color.

Existe un contraste entre el carácter efímero de las obras, el tiempo que exigen para su ejecución y montaje, y sobre todo los años que transcurrieron antes de que Christo obtuviese la autorización de proceder. A veces décadas como para el Parlamento alemán o el Central Park de Nueva York. ¡Por cierto, el contrato con el Ayuntamiento neoyorkino se firmó en enero de 2003… los paneles de tela flotaron en el parque el 12 de febrero de 2005, y las gestiones se habían iniciado en 1979! Son siempre proyectos colosales y desafíos –con paréntesis menos ambiciosos, pero singulares como la envoltura interior total de un museo– a los permisos oficiales… lógicamente requeridos.

Esas instalaciones cuestan sumas fabulosas, así 26 millones de dólares para Las Sombrillas, y aproximadamente una suma igual para las 7.500 «puertas» del Central Park. Sin embargo, Christo y Jeanne-Claude jamás piden patrocinios, y la obra no se vende. Expresa el artista: «Mi trabajo no puede ser comprado ni poseido ni comercializado. Los proyectos se autofinancian gracias a una sociedad de producción, dirigida por Jeanne-Claude. Tampoco aceptan donaciones.

Obras originales de Christo, magníficas y obviamente producidas con virtuosidad e inteligencia, subsidian los millones necesarios para las obras y la organización permanente: dibujos, litografías, collages, maquetas, fotografías, etc… ¡Una solución ejemplar, sobre todo porque cualquier beneficio derivado del evento se entrega a causas sociales y caritativas, en Nueva York ha sido la fundación «Nurture New York’s Nature and the Arts»! Después de la exposición, los materiales se obsequian, se destruyen o se reciclan.

A menudo hay que aplacar las protestas de los ecologistas. Y las ha habido en Nueva York, donde objetaron la molestia causada a los pajaritos por la modificación de su habitat. A pesar de que una regla autoimpuesta y básica es que, cuando pasa el evento, los lugares no pueden conservar ninguna huella del montaje.

CHRISTO EN SANTO DOMINGO

Christo y Jeanne-Claude viajaron a Santo Domingo, gracias a las gestiones de Leonora y Pedro José Vega en los 80. Christo dió en la UNPHU una charla, abarrotada de público. Nunca se ha sabido a ciencia cierta si él concibió la idea de una de sus descomunales instalaciones en la República Dominicana. Se dijo que le habían sugerido envolver la catedral… pero hubiera sido una obra muy pequeña, y son Christo y Jeanne-Claude que eligen los lugares, toman las iniciativas y entablan el proceso administrativo completo.

La visita de los artistas cosechó un resonante éxito mediático, aunque no tuvo seguimiento… En ese aspecto, el único proyecto público de un maestro y artista internacional en Santo Domingo, fue la pintura de los Silos de los Molinos dominicanos por Cruz-Diez… ¡y se la borraron estúpidamente! No obstante, una instalación de Christo no hubiera confrontado ese inconveniente, por su índole temporero. Y hoy el país está más orientado hacia los grandes proyectos.

Las fotografías, cuyo autor es Wollfgang Votz, nos fueron suministradas por la oficina de Christo y Jeanne-Claude en Nueva York.

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