Cicatrices del oro

Cicatrices del oro

“El resultado fue que en 1508, fecha en que se realizó un censo de indios solamente quedaban 60,000 de los 600,000 que había cuando Colón llegó a la isla por primera vez. Más de medio millón de indios había perdido la vida en quince años”.

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La urgencia y presión por el descubrimiento del oro incitó a Cristóbal Colón a campañas militares cuyo objetivo era obligar a los indios a entregar los alimentos que necesitaban los españoles, y el oro que los Reyes esperaban, pero “ni siquiera implantando un tributo trimestral pudo Colón hacer que los indios entregaran el oro que él pedía”.
Sus actos de violencia hicieron que los indios se suicidaran en masa, ahorcándose y tomando el veneno del jugo de la yuca amarga, matando a sus hijos e incitando a sus mujeres a abortar. Al tratar a los indígenas como un recurso natural inagotable que no había que cuidar o alimentar, los colonizadores rompieron el equilibrio ecológico aborigen y comenzaron a repartir indios a los españoles, en encomiendas autorizadas por la Corona, para que trabajaran como esclavos en las minas, mediante un permiso real del 20 de diciembre de 1503.
“El resultado fue que en 1508, fecha en que se realizó un censo de indios solamente quedaban 60,000 de los 600,000 que había cuando Colón llegó a la isla por primera vez. Más de medio millón de indios había perdido la vida en quince años”.
Aunque se importaron unos 40,000 indios entre 1508 y 1513, los indios siguieron muriendo en masa, por ser considerados como animales de carga y por la insaciable sed de oro del Rey Fernando.
A esto se suma el hecho de que, entre 1515 y 1517, abandonaron la isla más de 800 colonos que se habían quedado sin indios y ya no podían explotar las minas, reduciéndose la población total de la isla a unas 4,000 personas.

“Por esa razón fue que desde 1515 empezó a hablarse en la isla de buscar nuevos recursos explotables para sustituir el oro y los indios que se agotaban, y surgió la idea de construir molinos para fabricar azúcar, medida que habría de transformar la economía y ecosistema de todas las islas hasta la actualidad”.
Origenes de la esclavitud negra. El humo de los plantíos de yuca, alimento sagrado de los indígenas, anunciaba la llegada de la caña de azúcar, y de otro habitante: el negro africano.
Nadie imaginaba que el retoño de una planta, oriunda de Asia y comerciada por los árabes, iniciaría la más grande conmoción económica y medioambiental en el Nuevo Mundo, donde diezmada por 18 horas de trabajo continuo en las minas de oro y cobre, sin pausa para descansar ni sábados ni domingos, la población original de la isla había perecido en masa.
También fue pereciendo la madre tierra, horadada en sus entrañas por la búsqueda insaciable de sus metales.
En 1493, el Almirante Cristóbal Colón, (quien en su primer viaje había llevado un grupo de tainos a la Corte de los Reyes Católicos y subastado otro grupo de indígenas durante su segundo viaje), regresó a Ayiti no solo con el primer esclavo negro, sino con el retoño de una planta que se llamaba caña de azúcar.
Para su cultivo se necesitaban hombres jóvenes y fuertes. En 1498, llega el primer cargamento de negros, el cual aumenta entre 1499 y 1500, bajo ciertas condiciones, hasta que ese mismo año se dispone por Decreto que se traigan negros esclavos nacidos en “poder Cristiano”, bajo una reglamentación real llamada Cédula de Importación, que coincidió con el nombramiento del Comendador Nicolás de Ovando, como Gobernador de La Hispaniola.
Eran tantos los negros, que en 1503 Nicolás de Ovando solicita al gobierno español que restrinja la libertad de exportación de esclavos porque “la isla parecía una copia del África”. En 1502 el Rey Fernando V había enviado esclavos reales para sacar cobre de las minas, y en 1512, envía esclavos blancos para equilibrar la población europea, ya superada por mucho, por la por la “negrada”.
En 1514, los colonos de La Hispaniola le sugieren a los Padres Jerónimos obtener el permiso real para importar negros bozales (o “salvajes”) del África, para dotar los ingenios, los cuales requerían entre 60 y 500 esclavos dependiendo de su extensión. Y, en 1517, el padre Las Casas ruega a sus majestades que se importen doce negros por cada colono, solicitud aceptada que permite la introducción de negros bozales a la isla, no ladinos, porque estos entendían el idioma y estaban ya acostumbrados a la metrópolis y por ende podían comunicarse entre sí y rebelarse.
De nuevo, los Padres Jerónimos, en 1518, piden autorización para viajar a Cabo Verde, o Guinea, para traer negros esclavos, y se firma la primera licencia para importar cuatro mil esclavos, todos destinados a las minas de cobre y oro, las cuales habían comenzado a declinar en 1515 debido a la extinción de la población indígena.
El Presbítero Antonio Sánchez Valverde (1734-1781), explica en su libro: “Idea del Valor de la Isla Española”, las causas del decline debido a los errores cometidos por los colonos:
“Las minas fueron la primera base sobre la que fundó su antigua opulencia la Isla de la Española. Con ellas puso a sus conquistadores en estado de hacer los demás descubrimientos y apoderarse del continente por el Septentrión y el Mediodía. Con ellos socorrió a su Metrópoli, desde el punto de su descubrimiento, enviándoles crecidas sumas. En el sistema actual de su decadencia nada puede contribuir con más actividad y prontitud a su restablecimiento que la aplicación a sacar esta preciosa sustancia que ahora abriga inútilmente en su seno, y extraída de ella, la servirá para alentar, restablecer y pararse de modo que se gloríe España otra vez de tenerla por suya y de haberla distinguido con su nombre.
…Para emprender esta importante obra bastan mucho menos negros que para plantar caña, añil, café y algodón. Con la cosecha de las minas podían comprarse más y más esclavos para establecer y fomentar aquellos ramos…siempre que se beneficien las minas con africanos, que cuesten el dinero de los mineros (para evitar el poco manejo y conducta de los amos, porque como nada les costaba la persona de cada indio nada se les daba apurarles hasta el cabo, conducirles al trabajo aunque estuvieran indispuestos, ni, en fin, que se alimentaran con proporción a la tarea que llevaban).
Así, por la complexión de ellos (los africanos), como por el cuidado que tendrán los dueños de su salud, no apurándoles más de lo regular, dándoles alimentos sanos y correspondientes, y medicándoles en sus dolencias y quebrantos”, sobrevivirían.
Lamentablemente, estas recomendaciones del Presbítero Sánchez Valverde llegaron dos siglos muy tarde, cuando ya en 1519 las minas de la colonia apenas producían dos mil ducados.
Y, con el decline de las minas comenzó el éxodo de los colonizadores, que ya para esos años apenas alcanzaban las cuatro mil personas. Poco a poco desaparecían los pueblos hasta que el Almirante logró reproducir en la isla la planta que habría de salvar no solo la economía isleña, sino al reino de España.

La producción azucarera. En 1510 se inicia la producción azucarera en La Española y ya en 1516, bajo el gobierno de los padres Jerónimos, comenzaron a instalarse los primeros ingenios azucareros. En 1523 llega a la isla un cargamento de mil quinientos negros, a dos ducados por cabeza, y se extiende el sangriento mapa de las cicatrices.

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