Cielo naranja
Abelardo y Balaguer, el arte en la calle

<STRONG>Cielo naranja<BR></STRONG>Abelardo y Balaguer, el arte en la calle

A veces los ángeles existen. A mí me salió una en la pantalla, de nombre Altagracia Vásquez Vicioso, y  a quien todavía no sé cómo agradecerle semejante gesto.

Me envió un texto de Joaquín Balaguer, extractado de sus «Memorias de un cortesano de la Era de Trujillo», página 347, donde se explica el origen de la disposición de ofrecer al público parte del legado del gran artista que fue Abelardo Rodríguez Urdaneta: «Creo, pues, justas las críticas que algunos entendidos han hecho a la disposición que tomé, en 1974, en virtud de la cual se sacaron las mejores obras artísticas de Abelardo, de las galerías en que permanecieron vedadas al público, para colocarlas en sitios donde quedaran expuestas a la curiosidad nacional y extranjera.»

Dejemos claro: estamos en un proceso de democratización. El mismo exige transparencia y participación. La escultura «Uno de tantos» es uno de los principales patrimonios culturales dominicanos: Si no tenemos monumento al «soldado desconocido», tenemos esta escultura.

¿Cómo es posible que de la noche a la mañana, sin personal cualificado para ello, se desmonte y traslade semejante obra?

¿Por qué no ha habido una implicación de la Secretaría de Cultura, que debería ser la responsable del manejo de esta obra y a quién en última instancia le pertenece?

¿Por qué ahora, y también de la noche a la mañana, el viejo lugar donde la estatua descansaba recibe otro uso?

¿No se merece la ciudad al menos una información al respecto? ¿Cómo es posible que tengamos tantas instituciones culturales y críticos de arte y especialistas y curadores y que todos hayan hecho mutis ante este «traslado»? (Por suerte que Raúl Recio dio la primera voz de alarma!)

Lo que pasa con «Uno de tantos» está pasando hace tiempo con los murales de Vela Zanetti (como los del Palacio Consistorial, del Palacio de Justicia, etc), y con la obra de tantos artistas de renombre como Pratts Ventós, entre otros (en los liceos Estados Unidos y Uruguay), sometida a un proceso de deterioro más que progresivo.

No hemos visto estudios de tales obras, ni evaluaciones del estado de las mismas, ni proyectos para conservarlas. ¿Saben el Ayuntamiento, las secretarías de Cultura y de Educación el  valor de las obras bajo su responsabilidad?

En especial el Ayuntamiento, llamada a velar por el bien urbano, en el acápite cultural parece no haber evaluado las prácticas culturales de los últimos años. ¿Es «Cultura» sólo un espectáculo de merengue y que los niños corran por el malecón libre? ¿Por qué no reabrir la Biblioteca Municipal? ¿Por qué no conservar obras como «Uno de tantos» e implicarse en programas de educación ciudadana sobre la importancia de conservar el entorno y hacerlo participativo?

Santo Domingo se merece una mayor y mejor consideración.

http://www.cielonaranja.com

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