Cielo naranja
Cuentos dominicanos en Bengalí

<STRONG>Cielo naranja</STRONG><BR>Cuentos dominicanos en Bengalí

Traspasar el aeropuerto de Dehli es como deshacerse de inmensas  valijas: las de Octavio Paz y Allen Ginsberg. Es recoger otras: el Bhagavad-Ghita, Tagore. En febrero del 2008 las Ferias del Libro de Calcuta y Delhi fueron como caracoles al oído bajo cielos plomizos.

En la mochila iban los libros de Ediciones Cielonaranja y una sorpresa para la ocasión: “Sun and Doors”, un libro que sin quererlo se convirtió en la primera antología de cuentos dominicanos en inglés. Bien que hemos aparecido en infinidad de antologías, pero algo propio no habíamos tenido.

Íbamos invitados por Hans Dannenberg Castellanos, embajador dominicano en la India, y gracias a las gestiones de David Puig, alma intranquila en cuestiones de puentes espirituales entre el Caribe-Europa y ahora Asia.

El programa fue intenso y práctico: visita a seis universidades, a varias editoriales, librerías, asociaciones. En Calcuta nos acogió especialmente la Indo-Hispanic Society. Gracias a las gestiones de Dibyajyoti Mukhopadhyay, su director, y a un gran colaborador, Subhransu Banerjee, entre otros, donde pudimos intercambiar con un selecto grupo de autores bengalíes en torno a geografías culturales, pensando en esas líneas tropicales que compartimos y la posibilidad de acercarnos.

Surgió entonces la idea de traducir y publicar  autores dominicanos al bengalí.

A David Puig le tocó el trabajo de coordinar, asesorar, responder una y mil preguntas sobre ese mundo a veces tan cerrado del español-dominicano. El resultado ha sido puesto a circular: la primera antología de cuentos dominicanos en bengalí.

En un emotivo acto, en la Town Hall de la ciudad de Kolkata zarparon y anclaron barcos entre el imaginario dominicano y este gran espacio hindú.

A la profesora Kavita Panjabi, profesora y coordinadora del Centro de Estudios de las Culturas y Literaturas Latinoamericanas de la Universidad de Jadavpur, le tocó presentar la obra. Un coro interpretó canciones tradicionales de la región y sorprendió al público con un par de versiones en español.

El objetivo es claro: necesitamos abrirle puertas a la cultura dominicana. La Embajada Dominicana en la India da uno de los mejores ejemplos. Sólo en lo cultural, el embajador Hans Dannenberg ha logrado llevar en el 2009 a un grupo de Jazz como el de Sandy Gabriel, y ahora apoya una obra que comenzará a colocarnos en un mercado editorial tan importante como el de la India. Junto a cuentistas del canon -ya idos-, como Bosch, Contreras y del Risco, están otros vivos, como Almánzar, Vergés, Peix y Ángela Hernández,  y ante todo, los más jóvenes, Josefina Báez, Aurora Arias, Juan Dicent, Rey Andújar y Frank Báez.

Aunque la política de la cultura hacia el exterior todavía no esté lo suficientemente clara, esta antología brinda una pauta significativa : rigor en la selección, concepto de difusión de lo más variado de nuestro imaginario, la puesta en escena de esa dimensiones tan variopintas de la dominicanidad.

En febrero de 2009 sólo podíamos hablar en Kolkata y Delhi de Junot Díaz, y eso, antes de la fiebre del Pulitzer que le darían luego. Ahora podríamos hablar más. Por suerte.

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