CIELO NARANJA
David Puig y  “Ediciones  De a poco”, principio de esperanza

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En medio de un desolador  paisaje editorial, con viejos nombres convertidos en simples impresoras, alienta la aparición de un sello editorial con las proporciones de Ediciones De a poco. El nombre puede decirlo todo, tal vez un Sans Souci o una Festina Lenta. El alma de este proyecto  es David Puig, joven pasionario y temerario a la vez, reconocido por su fructífera labor diplomática en la India.

Ediciones De a poco acaba de lanzar la novela “Los dólares de arena”, de Jean-Noël Pancrazi, reconocido novelista francés que durante años ha trazado la sordidez de los litorales dominicanos, esos espacios que bien pudieran despertar la curiosidad de otro francés, Marc Augé, autor de la tesis sobre los “no lugares”. Durante tres años David Puig ha asumido esta obra como una especie de muro por salvar o tierra por conquistar. Ha adquirido los derechos de autor, la ha traducido de manera más que esmerada, y ahora la publica.

Más que novela en el sentido clásico de la palabra, estamos ante una especie de road movie de las zonas más álgidas del turismo dominicano, esa larga hilera que va desde La Romana e Higüey hasta la última arena de Cabarete. El “pájaro” de la voz en primera persona va trazando un mapa de Eros y Tanatos. Los rostros no disponen el consabido colorismo caribeño. Son más bien grises o sepias. El turista sexual se mueve por todas las aguas creyendo reconocer cierto nivel afectivo, como consolándose con la píldora de los ojitos de venados moribundos que habrá de encontrar a su paso.

Las Terrenas, toda Samaná, Miches, son los epicentros de esos pantanosos terrenos donde tras cada avión descargado de turistas hay no cuántas posibilidades de visas o en su defecto, de remesas. Mientras tanto, Pancrazi construye sus mundos de consuelo, deshojando aquellos pétales del “me quieres” y “no me quieres”, mientras los ojos del sentido común sólo tienen foco para su bolsillito y los dolaritos que le habrán de sacar en algún momento.

“Los dólares de arena” no tiene ningún clímax. La grave voz en off es constante y tal vez monótona en su descripción de esos paisajes donde los héroes son los bravos garzones que, encaramados en sus passolas, son el azote, el sueño, la esperanza y la rabia de cuanto paisano pase por el lugar.

Junto a este plano encontraremos el otro, tal vez el más interesante: el que nos describe la miseria del turismo, y que con tintes antropológicos, nos va situando la dinámica de los viajes ilegales en yola en dirección a Puerto Rico. Aquí encontramos lo más relevante de la obra: el relieve casi mítico que alcanza ese querer largarse no solo porque la miseria atenaza sino también porque las luces del otro lado de la Isla –en la otra Isla- resplandece más que nunca.

Pancrazi sitúa algunos cuadros intertextuales que nos harán sentir parte de otros paisajes: en el Moscú clásico o en la Argelia de su infancia. “Los dólares de arena” es una novela cruda, ingenua a ratos, y siempre descorazonada, una lectura significativa para apreciar ese “otro lado” que bien puede ser otra Isla dominicana.

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