CIELO NARANJA
El lápiz conciente está  Consciente

CIELO NARANJA<BR>El lápiz conciente está  Consciente

Tiene una pinta en camino Big Notorious, se llama Avelino Junior Figueroa Rodríguez y en miles de esquinas insulares se oye más que la lotería. Estarás en los Hights o en Barcelona o en Zürich y decir “Lápiz Conciente” será como encender un incienso de fin de año. No es que algo nuevo comience, para nada, es peor: la Isla se te revela en su crudeza.

¿Qué hay de común entre Juan Antonio Japa –dirigente de los azucareros-, Alex Guerrero –artista dominicano radicado en los Estados Unidos-, Euri Cabral –comunicador social-, el Lapiz Conciente y quien escribe estas líneas? Es fácil: todos salimos del Liceo Fabio A. Mota. Todos cogimos el solazo de la Avenida Venezuela. A todos nos ha golpeado esa miseria agolpada en sus alrededores, el tener que arrancar a pie para donde sea y ahora peor, con esa violencia intermitente que pocos registran.

Y ahí está el Lápiz, en Los Mina, en un lugar que hasta él era un “no lugar”, un salto al vacío, un hoyo negro en el cosmos capitalino, un lugar por donde pasó el Papa Juan Pablo II en 1979 para que nadie más pasara, ni siquiera los políticos en campaña. Los Mina, ¿qué era Los Mina antes del Lápiz Conciente? Así nos encontramos al rapero, al poeta, al habitante de un espacio que es como el dolor de cabeza de nuestra plácida clase media que nunca sabrá lo que existe fuera del polígono central.

Pocos manejan la calidad y la intensidad de sus imágenes. Hay referencias bíblicas, parches del youtube, riflazos de MTV, rasgados de héroes en las portadas, de papi-lindos y papi-chulos y ¡ay mamá!. Frente a la facilonería escritural de merengueros y bachateros, superando las melodías que se consumen con el pasito que nadie podrá igualar, el Lápiz apela más a los oídos y a la sapiencia –o no- del oyente. Escritura automática que se golpea gracias a su rima, la ironía y el sarcasmo son sus recursos mayores –y mejores.

El Lápiz Conciente tiene la gracia comunicativa de un Juan Antonio Alix y la tensión de un Federico Bermúdez, para no hablar de una intención cartográfica que nos hace pensar en Pedro Mir.

Cuando el videoclip “Calle es calle” nos puso en la pantalla a ese grupo de nuevos raperos, la voz menos voz parecía ser la del Lápiz. Con el tiempo el Conciente fue honrando su apellido artístico y alcanzado nuevas y más riesgosas y más complejas costas. “Por qué”, “Tu no ere nadie”, “Atento a mí”, y más recientemente, “Yo soy papá”, son canciones-termómetros de lo que pasa no sólo del otro lado del puente, sino en ese universo de calles sin luces –las mayorías del país dominicano. Los Mina, la Charles, y por qué no, Herrera, Honduras, La Ciénaga, Pueblo Nuevo, Vietnam, Katanga, todas esas zonas grises afloraban con sus sueños y sus golpes, con sus techos de zinc y las casas de cartón.

Lápiz Conciente es la voz de una periferia central. Pienso en Dylan, en Brassens, y también pienso que Radio Ñ estará en sintonía.

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