Cielo naranja
Glenis Tavárez María, batalladora entre las ruinas

<STRONG>Cielo naranja<BR></STRONG>Glenis Tavárez María, batalladora entre las ruinas

Pertenece a las primeras generaciones de antropólogas graduadas en el país, y todavía está insistiendo entre huesos, creencias y prácticas religiosas, con una dedicación de monasterio, porque la convicción y las fuerzas llevan a eso: al conocimiento.

A Glenis Tavárez María la conocí en la UASD, cuando ella estudiaba antropología y yo sociología. Su grupo era muy heterogéneo: con sombras de Ana María Guzmán, la mítica cantante del grupo Convite, y con José Rodríguez, también mítico y del mismo grupo, y más cercanamente con Pedro Taveras, Juan Luis Pimentel, Fátima Portorreal, Tahira Vargas, Any Selman y Rafael Puello.

Casi acabando los ochenta, Tavárez, Selman y Puello escribieron una tesis que rompió con todo el sentido común en torno a los viajes ilegales hacia Puerto Rico. En base a un duro y complicado trabajo de campo, teniendo que entrevistar a gente que iba y venía y que organizaba los mismos, finalmente se demostró la otra cara de la moneda: la insistencia y el relativo éxito de esos viajes, a pesar de los naufragios, el asedio y los sobornos.

Desde hace 26 años Glenis Tavárez María ha pasado por todas las áreas de investigación y gestión en el Museo del Hombre. Su mentor de toda la vida lo fue Fernando Luna Calderón, un sensible antropólogo al que no se le hizo justicia ni en vida ni después de su muerte, y quien prácticamente murió debido a su profesión.

El trabajo de Tavárez María ha sido más que intenso: paleontología, congresos internacionales, como apoyo de June Rosenberg, otra insigne antropóloga. Su compromiso con la verdad histórica ha sido único en nuestro medio. Habría que recordar las excavaciones en las ruinas del monasterio de San Francisco en 1992. A pesar de haber sido descubiertos cadenas y enseres demostrativos de la esclavitud practicada por la Iglesia, las autoridades de entonces decidieron echarle un baño de cemento a la historia.

Milagrosamente Glenis ha sobrevivido a las hecatombes gubernamentales en estos 26 años, debido a su capacidad y a su trabajo esencialmente científico. A veces ha contado con un gran apoyo, como en los tiempos de Carlos Andújar y José Guerrero, y a veces ha sido menos que enterrada por la inercia de las autoridades, como acontece actualmente.

La relevancia de  Glenis Tavarez María hay que buscarla en las publicaciones europeas y norteamericanas. Léase “Crossing the Borders: New Methods and Techniques in the Study of Archaeology Materials from the Caribbean” (University Alabama Press, 2008) o asístase a cualquier congreso de antropología caribeña: ahí estará o Glenis o algo suyo.

Ahora no pienso en esos consabidos homenajes que tanto aturden, sino en la valoración del trabajo y la capacidad de nuestros académicos. Al pensar en Glenis también pienso en dos reconocidos antropólogos: Rafael Puello, especialista en antropología social, y Joaquín Nadal, con 34 años de servicio en el Museo y único palinólogo en el país, ambos injustamente cancelados, a pesar de unos sueldos que no pasaban de seis mil pesos.

Y después se preguntan por qué estamos así…

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